A pocas horas de los desenlaces del presente

A pocas horas de los desenlaces del presente

A sólo 96 horas del evento electoral a celebrarse este 19 de Mayo, se ha estado sintiendo un estado de ánimo colectivo verdaderamente inusitado. Ésto se estuvo prediciendo y calificando cuando, no pocos, entendían que era “muy deslucida la campaña”.  Y era cierto; se notaba una alarmante falta de mensajes y las opiniones crecían en favor de sostener que los partidos carecen del brillo apasionante de otros tiempos, cuando las campañas eran electrizantes, muchas veces grávidas de violencias pasionales.

Eso, sin dejar de evocar a líderes míticos que con sus prédicas enérgicas soliviantaban al pueblo, siempre bajo asedio de muchas carencias.

El hecho es que después del año ´19,  cuando el pueblo se tirara a las calles para evitar la continuación de un gobierno artero que pretendía prolongar su ominosa permanencia, todo aquel fervor de masas ante el Congreso, millares de soldados intimidando con su presencia fuertemente armada y los legisladores como virtuales prisioneros del espionaje, el pueblo, que daba esas pruebas vigorosas de que luchaba por la preservación incólume de su Constitución, cayó en una especie de apacentamiento depresivo, como si se fuera recogiendo su entusiasmo, que siempre ha sido hermoso; pareció aquello una renuncia a sus valiosos enconos para frenar a los excesos de un quehacer político muy premunido de su poder, de utilizar los bríos sociales con un ritmo de zafra, cada cierto tiempo.  Ahora, sin embargo, se equivocaron los cálculos de los políticos que han estado más al frente de responsabilidades de guiar todo el proceso.

Comencé a meditar sobre algunos signos del desencanto público y hasta los riesgos que podrían entrañar los desafectos por todas las ofertas ilusionantes “de esa tierra prometida del poder político”; que desgraciadamente ha terminado por ser manjar seguro de los más audaces y diestros de los dirigentes que asumieron papeles de guías.

Lo primero en asumir fue la ocurrencia de las crisis dentro de un contexto de pavorosa Pandemia; los daños y peligros de gran calado a niveles mundiales, que tendrían implicaciones inevitables y ruinosas de todo género.  Se abrió entonces a partir del año ´20 la interrogante de llegar a saber cómo se manejaría el nuevo y sorprendente gobierno en todo eso; se decía, por lo bajo, que no sabría hacerlo; que era muy nuevo y, de consiguiente, inexperto para lidiar con trastornos de tales magnitudes.

El Presidente había surgido bajo un mandato popular muy extenso fruto de un pujo insólito de unidad que hiciera el pueblo para enfrentar el desafuero de pretender validar constitucionalmente lo que en realidad era una Satrapía, a imagen y semejanza de lo que ya hay muestra en nuestra América, Venezuela y Nicaragua como ejemplos; enfrentaba, pues, un complejo panorama y tendría que cuidarse mucho de errores y tropiezos irreparables, cuando no trágicos.

Pensé, entonces, el pueblo nuestro lo que ha hecho al apaciguar sus ímpetus en la tormenta, es un ejercicio brillante de sus instintos y su desencanto no es hijo de una ingenuidad, sino de sus presentimientos.  Por ejemplo, surgió una muestra de un fenómeno que mereció interpretaciones grotescas, el Transfuguismo, que en realidad no era tan condenable, sino más bien una modalidad del deterioro que nos aqueja; un síndrome de los efectos tóxicos de las lealtades simuladas, de la poca confianza en las palabras empeñadas, de las engañosas promesas; en fin, un desgaste catastrófico de la confianza en sus líderes más establecidos, uno, presidiendo el  gobierno precedente en dos períodos y el otro, cabeza de oposición, que lo hiciera en tres.  Es decir, cinco períodos presidenciales que surgieran en un tiempo que fue admirablemente ilusionante al principio, para terminar al cabo de esos 20 años en el hondón de escándalos inenarrables.

Esa coyuntura última que se señala, pasó a ser una rara madriguera donde resultaría imposible la coexistencia esos dos especímenes de poder, separados y confrontados de las formas más penosas para asombro del pueblo.

Todo se desplomó y el proceso electoral del ´24 marchaba desinflado de sus tradicionales encantos.  Yo lo llamé “subasta ciega de poder”, porque sé bien que se mantendrá siempre algún grado de ilusión de la pobreza, que concurrirá a votar como siempre. 

Lo expuesto no basta, no obstante, para explicar el desprecio social en enjambre que ha ejercido el pueblo, porque por encima de las vicisitudes han ocurrido cosas con fuerza de causales, como los riesgos a que ha sido expuesta la Patria en el entredicho de su supervivencia después de siglos de independencias:  Dos, la enorme y eterna de Febrero y luego su noble restauración frente a imperios. 

Asimismo, se viene dando la sorda lucha de cinco Superpotencias mayores, bregando por el espacio geográfico de su conveniencia, en medio del caos insondable de Haití, a punto de ser ocupado por tropas africanas que ya han recibido el apoyo básico de un millar de soldados norteamericanos, que participan “sólo para levantar las instalaciones necesarias de su permanencia.”

Todas esas consideraciones me han llevado a pensar que quizás cuando pase el nublado del innegable desafecto del pueblo se podrían organizar las debidas consecuencias que debe generar todo este espanto.

En todo caso, en los últimos días, al momento en que ésto escribo, han sabido surgir los empeños por hacer de la farsa un trato serio:  Quién se quedará en tercer puesto, para sepultarle El partido, bajo secuestro de Danilo Medina, guiado por la envidia más que por el odio a Leonel Fernández, o si éste, esperando que se cumpla un misterio que explique su triunfo, no sé en qué vuelta

Es innegable que el Covid-19 logró el estupor de los pueblos, los débiles como los poderosos; sus bajas se comparan con las de las guerras que subsiguieron a la innombrable Segunda Guerra.  Más de tres años de dolor y temor bastaron para que los pueblos lo asumieran como catástrofe mundial y se turbaron los procesos políticos electorales de medio mundo.

El nuestro ha sido escenario de sucesos tremendos y, no obstante, se vio cómo surgía una tolerancia especial en el ánimo público para favorecer el manejo de las crisis derivadas.  En medio de la Pandemia fue mayoritaria la aprobación de la gestión de Luis Abinader, el joven presidente que no perdió tiempo en defender sus esfuerzos y exhibió con honestidad, tanto sus logros, como sus tropiezos.

Mientras aquello venía ocurriendo, el pueblo alojaba una esperanza de que, al fin, se haría justicia y que los enormes casos criminales surgidos como parte del quehacer del gobierno, que estableció una clara distancia de un Ministerio Público encabezado por personas de gran respeto que se dedicaron a implementar expedientes gigantescos, jamás vistos entre nosotros, y el pueblo pareció animarse y estar bien dispuesto a aguardar que, siendo tan abrumadoras las pruebas y tan altos los niveles y vínculos de la cúpula que gobernara precedentemente, se producirían consecuencias fortalecedoras de la integridad democrática.

Todo se iría alojando en una nueva organización política con el ilusionante nombre de “Fuerza del Pueblo”.  Leonel Fernández, tres veces Presidente de la República, invicto en todas las contiendas, estaba a la cabeza de esos empeños.

¿Qué ocurrió entonces, ante tan buenas perspectivas?  Que se fueron desvaneciendo los frutos esperados de aquel cisma que llevó al partido de Juan Bosch al borde mismo de la desaparición.  Tan brutales fueron los crímenes económicos, que toda la gente buena y generosa que militaba en aquella organización, muchos de ellos de los tiempos gloriosos de la honradez y luminosidad del Prócer, fundador, emprendieron una migración con fuerza de inflexión ética.

Pero, para decirlo mejor, no fue así.  Desde las dos fuerzas políticas se abrió una infortunada fase de negociación que, aunque mal la disimulaban, pretendían que se reputara como una reconciliación honorable, un reagrupamiento legítimo y sano, sin reparar en el daño psicosocial que se infligía al pueblo; sobremanera por la reaparición del culpable fundamental del desastre, impune y desafiante, pidiéndole al pueblo “que le pague cuanto le debe” por haber sido su gobierno de ocho años “el mejor de la historia”.

Es decir, todo aquello que fuera escándalo mundial había que olvidarlo; la impunidad, más potente y opulenta que nunca, y el pueblo, según entienden, seguirá “sin guardar rencores ni agradecer favores”.  Criterio éste de los más perversos de sus hijos.  Todavía más, vendieron la Patria y la entregaron a las demandas de la Comunidad Internacional desde la cueva de trampas de ONU. 

El pueblo nuestro, claro está, no había sido ultrajado de tal forma jamás.  Lo fueron preparando mediante entregas parciales de soberanía y totales de identidad y nacionalidad; y ahora lo quieren hacer deudor de esa “banda de malhechores”; según rezan las imputaciones de los hechos.

Así las cosas, existen motivos sobrados para uno entender este comportamiento del pueblo.  No es indolencia lo que siente; la “campaña deslucida” es fruto de esos y otros agravios, aún mayores.  Ahora se busca esperanzarlo desde un liderato que fuera joya política y social del pueblo, en labios de Leonel Fernández, “que él tiene un secreto que no puede revelar”, pero que “él sabrá cómo ganar el 19 de mayo”

Naturalmente, se han abierto los mentideros del imaginario popular: ¿Se va Abel y deja el voto pleno del PLD en favor de Leonel Fernández?  ¿Danilo ha enterrado todas las hachas de sus rencores, que le llevaron como gobierno a la trama de hacer del otro un Capo despreciable?

¿Qué otra cosa puede ser este secreto?  ¿Y eso no será a cambio de una impunidad plena de familiares y funcionarios delincuentes?  ¿Quien queda?  ¿Quién desaparece?  ¿Cesó ya la elección subyacente del segundo o tercer lugar?  ¿Y el pueblo, lo va a perdonar a todos también?

Como se puede advertir, estos días previos son cruciales y excitantes, especialmente porque hay de por medio el otro asunto, el de la supervivencia nuestra, y esas indecencias de la política mal podrían servir para lidiar con los tipos de trastornos que vienen.  Así lo creo.  

Todas esas modalidades de desgracia explican porqué las encuestas más válidas dan como un hecho sólo una vuelta para el Presidente, que tendría que lidiar con otras crisis no menos cruentas.

Tuve que detener cuanto tenía escrito, porque la cuestión del mejor secreto guardado” de Leonel Fernández abrió esa caja de conjeturas prodigiosas, pero también apareció una instancia insólita que le exige a la Junta Central Electoral destituir 1,510 presidentes y sus respectivos secretarios en los colegios electorales.  Lo del pedimento es una acusación atroz al gobierno de haberse robado las elecciones municipales de Febrero y que fueron esos mismos Presidentes de Juntas Municipales y Secretarios los autores del crimen, por lo que no se les puede premiar ratificándoles para la nueva prueba.

Sería el peor desiderátum, porque si se pudiera aceptar la demanda todo lo surgido en Febrero colapsaría en su legitimidad.  Una especie de Golpe de Estado de acción retardada; ahora válido para todos los niveles del poder, incluyendo el presidencial.

Hay que armarse de paciencia para analizar estas nuevas circunstancias.  Voy más lejos aún y quiero preguntar, en hipótesis; ¿Si se aceptara la destitución de esa nueva “asociación de malhechores”, ésto en el ámbito electoral, en nueve días habría tiempo de hacer las designaciones de sus sustitutos?  ¿Serían virtuosos los que vienen, según se entiende?  En realidad, lo que quieren los demandantes es una demencial medida de castigo para anular Febrero y, de paso, ilegitimar lo que pudiere salir en los planos presidenciales y congresuales.

Todavía estoy boquiabierto y respiro apenas. ¿Qué es lo que se proponen los rescatistas de la impunidad?  Ahora acompañados de su legendario consejero, presidente de un antiguo partido, que no se sabe cómo pudo vadear el 26 Aniversario de la muerte de un gran líder que tuviera, líder de verdad, no de artificio, que desde el silencio de la muerte podría expresar desagrado por tanta audacia del rufianismo.  Podría estar enojado, eso pienso, si se pudiere preguntarle en la dimensión en que se encuentra.  ¿Qué les parecen estos líderes? 

La misma pregunta que sería posible hacerle a aquél otro exponente de honradez y coherencia, acerca de la suerte de su obra, que ha terminado en tanto descrédito. 

En fin, no lo sé. ¿Van o no van a las elecciones? es la pregunta que cabe.  Todo está servido para saberlo; ¿Las ilegitimarían si no van?  ¿Las tornarán violentas si van?

En todo caso, si se logran pacíficas y correctas, habría material de más acumulado para avivar el peligroso conflicto de la ingobernabilidad. Pero, son horas las que faltan; no hay porqué precipitarse.  Lo que hay como innegable es el colapso de las fuerzas políticas de oposición; ya no hay porqué dudarlo, fuere cual fuere su votación, porque lo que hace falta saber esencialmente son las dimensiones de la responsabilidad de los culpables.

Saber a ciencia cierta cómo se pudieron desatar tantos demonios es “tarea de romanos”; los escándalos de crímenes económicos de todos los alcances, que no pueden terminar siendo simples mamotretos para perseguir a supuestos inocentes.  ¿Quién hundió, en definitiva, toda la honra del Partido de la Liberación Dominicana?  ¿Quién  pretendió cambiar el término “liberación” por “liquidación” con sus inconductas?  ¿No fue así, acaso?  ¿Fue la enfermiza pasión “de ser Presidente siempre” de un Leonel Fernández imaginario la que provocó el tsunami?  ¿O acaso no fue cierto aquello del “Trujillito del Siglo 21”, algo que determinara todo ese desastre? 

Ahora bien, en el presente de lo que se debe hablar más es de Alí Babá y sus 40 afortunados “compañeros de ruta”, que son los autores reales de esta indefensión tan honda que se le impone al pueblo, precisamente en los momentos que más necesita fortaleza para enfrentar al enemigo extranjero.  Pero, también debo insistir en esto: ¿La traición acaso no perdió tiempo y se alojó en la cueva de Alí Babá, para sembrar muchos abrojos con sus siniestros silencios?

Como se advierte, era mucho, como tarea, esperar que el pueblo intuyera todo ésto.  Prefirió presentir y aguardar la hora final de la disolución y la entrega.  Entonces, y sólo entonces, vendrán las luces del sacrificio sublime de ofrendar la vida para evitar un destierro perpetuo.

Hablaremos de ello mientras pueda.  Si me mandan a marchar, quiero que sepan que feliz muero, porque no me quedaron esfuerzos por hacer con tal de cumplir mis deberes.  Ya ésta es otra historia que corresponde al misterio.

Con tantas preguntas formuladas, no cabe una más y a Dios sigo encomendando nuestra suerte.

Post Data:  Al momento que cierro, no tengo idea siquiera de si se ha producido algún Fallo en la Junta Central Electoral para responder a la “visita sorpresa” de la instancia de mención.  Quizás el Organismo no haya podido salir de su asombro de una petición como la propuesta, que tendría una especie de resultados nucleares estratégicos contra todo proceso.  Me callo, porque debo enviar ésto.

El diseño del Expresidente Obama para la tragedia es muy dominante

El diseño del Expresidente Obama para la tragedia es muy dominante

A punto de celebrarse las elecciones presidenciales y congresuales el 19 de este Mayo nuestro, siempre interesante en nuestra historia, hay la necesidad de separar “la paja del grano” con mucho cuidado, no perder de vista el peligro mayor de nuestra Patria que reside en el misterioso proceso de desenlaces posibles del sanguinario caos haitiano. 

En efecto, el 26 de Mayo, precisamente, se dice que llegarán los ejércitos africanos, junto con simbólicos grupos de policías del Caricom, para emprender lo que se dice es “la pacificación estabilizadora necesaria para volver a los cauces democráticos perdidos”.  Se supone que previo a ésto se intentará el desarme de las pavorosas Pandillas Criminales que han azotado a aquel pueblo.

Pero, observen bien, ya están los vuelos con personal militar norteamericano, lo que parece que han logrado al momento tres aterrizajes por encima del control pandillero que se produjera hasta su cierre; se afirma, en lo que ha trascendido, que “vienen desde el Pentágono a preparar las instalaciones” que utilizarán los pacificadores del África.

He sostenido que todo este tráfago de acciones enigmáticas está girando alrededor de un eje poderoso, que he llamado “el diseño Obama”, y ésto último que ocurre me aumenta tal convicción porque un comportamiento tan renuente como el de los Estados Unidos hasta el momento no se explica fácilmente cómo se puede transformar en algo ya, militante,  como si se dijera que esa enorme superpotencia se ha animado a última hora para convertirse en parte de los “Estados Voluntarios” que recibieran la alevosa misión de ocupar y obrar en aquel territorio tan asolado por millares de crímenes de todo tipo, pero por su cuenta, siendo ajenos a la madre que pariera aquella especie de Legión extranjera para hacer y deshacer sin comprometer su responsabilidad, como si le avergonzara la trama, cada vez menos encubierta.

Sólo un hombre tan poderoso y brillante podría ser capaz de mover los hilos en Kenia, su Patria remota por ser la de su padre, y al mismo tiempo tan influyente para lograr movilizar mil hombres bajo palio del Pentágono, revirtiendo con ello lo que llegó a parecer la posición norteamericana en ocasión de la salida de Haití de las fuerzas del Minustah, en forma tan sorprendente como lo fuera el abandono de Afganistán y se dijera que “en Haití no había nada que hacer”, “ni con quién tratar”, y que “no volverían más”, al igual que lo que decían en coro las Cancillerías de Francia y Canadá.

Barak Obama es el único personaje en el mundo que puede tener influencia decisiva para lograr tal hazaña dados su vínculos extraordinariamente afectivos con el actual Presidente Biden, que fuera su Vicepresidente durante los años de permanencia en la Casa Blanca; ésto, sin dejar de considerar, en ningún caso, su afecto especialísimo  manifestado en su última Cumbre en Lima, Perú, con este elocuente mensaje después de su brillante discurso, a manera de post data:  “Díganle al pueblo haitiano que yo he cumplido lo prometido”.

Desde mi programa La Respuesta y en varias entregas anteriores de este blog, yo le preguntaba al Expresidente Obama si el mensaje también tenía otros destinatarios, como el Caucus Negro, siempre poderoso en su política interna, pero muy atento al Caribe como nunca antes; o la Nación del Islam de Malcom X y Farrakhan, que en una manifestación impresionante ante el monumento de Lincoln uno de sus oradores anunció que a corto plazo advendría un nuevo Vladimir en la isla, cuyo nombre no dio a conocer, y que estaban en curso “acontecimientos promisorios para la suerte de la liberación de Haití”.

Como es fácil advertir, sólo hay que retener la renuencia y negativa de la oposición política Keniana, dándole apoyo a un fallo de su Tribunal supremo que negaba el permiso para enviar a la “arriesgada y peligrosa aventura de Haití” y sus mil policías prometidos, cosa ésta que su Presidente enmendara diciendo que se precisarían recursos mayores porque sólo serían útiles “cinco mil soldados”, no mil policías, cosa ésta que parece lograda con la extensión del interés de cuatro Estados más de África para acompañar a Kenia en su gesto de “cooperación internacional” inaudito, al menos frente a una América que tan recelosa ha sido desde la doctrina Monroe frente a las intrusiones extracontinentales.

Obama es un verdadero as en todo ésto, pues superó al otro exponente de la inteligencia superior que pasara por la presidencia de Estados Unidos, Bill Clinton, que diseñara para Haití los Campamentos de Refugiados que rechazara Balaguer, el mutilado estadista en dos años de su último período presidencial, “como castigo por altivez patriótica y violación de los códigos de obediencia”

Pero eso no es todo.  Hay otros aspectos gravísimos en la situación actual.  Gustavo Petro, el Presidente de Colombia, acaba de afirmar ante el mundo, en forma expresa y categórica, que fueron sustraídas un millón de municiones, millares de fusiles, así como granadas y cohetes de los arsenales colombianos, sin dejar de decir que “dadas las siete horas de navegación entre la Guajira y Haití”, es posible que partes de esas armas y municiones fueran a parar a Haití.

Hablaba un Presidente, no cualquier Presidente, de una hermana nación muy importante, Colombia, y eso basta para comprender la hondura de los abismos en que se nos trata de arrojar. 

Llegando más lejos aún, apareció una alarma sumamente  interesante: un Senador norteamericano, que ocupa funciones sensitivas en la Comisión de Inteligencia del Senado, advirtió de “un plan contra República Dominicana” porque “se estaba demandando y presionando a ésta para que reciba tres millones de nuevos ilegales”, que sumados a los dos existentes, es fácil de entender que significaría el fin de nuestro Estado Nación.

Marcos Rubio se puso la noble toga del Senador Charles Summer que en el Siglo 19 ejerciera brillantemente la defensa nuestra, algo que lo ha mantenido en el altar de nuestra gratitud al través de los tiempos.  El dedo del Senador Rubio tocó la llaga de nuestra perdición y debemos prepararnos para saber agradecer su bello gesto. 

No hay dudas, en fin, que vivimos un tiempo crítico de nuestro destino y en medio de las brumas deambulamos todavía en inútiles reyertas; los juicios criminales que asombraran la Nación y que se llegaran a creer que serán únicos en el siglo, han entrado en “una extraña catalepsia”; sus culpables mayores impunes; al contrario, exigiéndole el principal al pueblo “que le pague sus deudas y cuentas”, mandándole a votar por quienes lo saquearan, en medio de delirios aviesos, como siempre.

Es mucho y muy delicado cuanto tenemos de frente.  Los que vendieron partes esenciales de la Patria están en un vergonzoso frente.  Tenemos que actuar con mucho tiento, pues han sido tantos los abrojos puestos por la traición interna y los repugnantes tratos desconsiderados de la cueva de trampas que es Onu y sus tentáculos secuaces de Acnur y Amnistía internacional, así como otros servidores oscuros de sus viles maquinaciones, que han terminado por crear una “nada aparente”.  Es decir, cuando todo parece estar listo para la ejecución de la trama, se pretende adormecernos con luces de artificio totalmente despreciables.

Debo decir, que no debemos estar con “un ojo cerrado y otro abierto”.  Todo está a la vista con gran insolencia y se necesita mucha conciencia para emprender las jornadas pendientes un día después del penoso banquete de ignominias y bajezas políticas, para comenzar a dar lecciones de sacrificios y compromiso con la causa suprema de nuestra suerte.

Desde luego, hay otras complicaciones mayores que las que se han presentado: China y Rusia, ambas con Vetos en el Consejo de Seguridad, consintieron la formación de los “Estados Voluntarios de la Legión Extranjera”, ajena a la propia ONU; ellos, que ya habían afirmado que eso no era lo que Haití necesitaba, ni quería: la intervención militar multilateral.  Sin embargo, se mostraron luego extrañamente anuentes con su silencio ante la “aventura arriesgada y peligrosa” de que hablara Kenia en algún momento.

Lo que más llama la atención es que desde Honduras y Venezuela se reprodujo la misma opinión primera de las dos Potencias nuevas. Entonces aparece el Presidente Petro, de impertinente se diría, no yo por supuesto, pues es mucho lo que veo en su valiente denuncia mundial de aprestos de guerra.

Pero ocurre que Guy Philippe es traído desde una celda, a media condena, convicto por vínculos con el narco mundial y pasa a ser aspirante a la presidencia. 

Se trata del mismo Guy Philippe que acaba de señalar ahora, con penoso retardo y por primera vez, Leonel Fernández, cuando habló de balazos a su automóvil blindado en un intento de darle muerte por turbas armadas en el centro mismo de  Puerto Príncipe.

Caben las preguntas desde ahora: ¿Se trajo acaso a Guy Philippe para representar eventualmente un movimiento contra- revolucionario si surgiere un intento de las Pandillas Criminales convertidas en Guerrillas Liberadoras para establecer un gobierno democrático bajo el patrón del Socialismo del Siglo 21? 

Uno se dá cuenta claramente de que esas cosas son mucho más peligrosas de lo que se pueda pensar y aquí cabe la aplicación de aquello de “lo que se ve” y “lo que no se ve”.  Obama está liderando una batalla regional entre Superpotencias nucleares.  No se trata, pues, de una simple simpatía por la causa haitiana.

Aristide, de su parte, líder de trasfondo de su Movimiento Lavalás, coincide con Philippe en repudiar el ladino intento de Caricom de establecer ese Consejo de Transición de nueve miembros, que ya ve cómo se agrieta gravemente.

Lo que no se sabe con exactitud es si Aristide conserva alguna gratitud, cosa difícil en él, lo sabemos muy bien los dominicanos, obediente frente al Presidente norteamericano que lo trajera en brazos de una flota de guerra colosal para reponerlo en el poder, contrariando el parecer negativo de la Comisión que designara, nada más y nada menos constituida por Carter, Powell y Numm.

Tampoco se sabe cuáles serán los papeles asignados a Aristide y Philippe, dos violentos consumados, uno, con su Per Lebrum; el otro, después de haber derrocado a éste, guiando turbas magnicidas, según lo acaba de revelar un Expresidente nuestro de tres períodos, Leonel Fernández.

¿Qué es lo que se está cocinando entre esos sectores siniestros?  Ahora Brian Nichols, un funcionario importantísimo de la diplomacia norteamericana, y pone sobre la mesa del banquete de venenos la alarmante apreciación de considerar el conflicto de Haití comparable en su gravedad con los existentes en Hamas e Israel, así como Rusia y Ucrania. Díganme, amables lectores, si es posible esperar siquiera algún grado de sosiego. 

Mis preguntas se reducen a una interpelación sincera y franca: ¿Creen ustedes que mucha de la gente que anda pavoneándose en la tribuna política, montada en ocasión de la subasta ciega del poder el 19 de Mayo, merece algún castigo en lugar de esa amnistía aberrante que se le ha dado, más allá de toda idea de indulgencia?

Como siempre, lo importante es aguardar los días con los ojos bien abiertos para no perdernos en la identificación de nuestros auténticos riesgos.

En todo caso, cierro con mi reafirmación: Dios está al mando y eso es lo único que me consuela.

Post Data:  Alguien me preguntó porqué me atrevía a tratar ese tema que tiene tantas implicaciones de personajes de connotación mundial.  Yo le respondí que en fecha 14 de diciembre de 2011 recibí el Doctorado Honoris Causa en Defensa, otorgado por el Instituto Superior para la Defensa (INSUDE) de nuestras Fuerzas Armadas.  Pero le agregué:  “Más importante que eso es la condición de ser dominicano, hijo leal de esta tierra, en la cual su pueblo hizo famosa una expresión en un tiempo muy amargo de pérdida de su independencia por ocupación militar extranjera.  El pueblo simple, a la pregunta de  “¿Quién vive?”, respondió en las ardidas muestras de su rebeldía: “Dominicano libre”.

Un artículo extraño en el Listín Diario

Un artículo extraño en el Listín Diario

El título llamó mi atención: “Vinicio Castillo, la narcopolítica y el narcoestado”.  Su autor, Manolo Pichardo, un distinguido miembro de la izquierda nostálgica de la República, describió una visita que me hiciera a la oficina, que yo no he podido recordar ni la fecha ni el tema que se me fuera a proponer.

Ocurre que el abogado y hombre público de largo tiempo que he sido, cuantas veces alguien de una generación más joven ha querido verme para tratar especialmente cosas relativas al acontecer nacional, yo les atiendo con mucho interés y, lógicamente, expongo mis experiencias, casi como si fuera un testigo de acontecimientos que ha participado mediante opiniones y posiciones en los debates nacionales.

Desde luego, es una ocasión en que trato de no hablar “ex cátedra”, como si fuera un soliloquio unilateral, causado por un interés de malograr el diálogo, lo que sería una indeseable falta de educación.  Me tranquiliza siempre el hecho de que casi todos los jóvenes que he recibido me han escuchado con interés y tengo la sensación de que han preferido oir más que hablar o participar en algún tipo de diálogo.

En el artículo de marras se hace una alusión un tanto injusta, pero lo excuso porque ni su mismo autor recuerda el tema que fue a tratar; por supuesto, ni yo tampoco.

Por eso me pareció el artículo extraño y me hizo pensar en que por más que pretenda alejarme de las reyertas y polémicas, a mis años, tendré que terciar de tarde en tarde y responder aquello que debe ser esclarecido en sus causas y motivaciones.

Por ello me pregunto: ¿Y a qué viene este artículo con mi nombre, aludiendo vaporosamente al Narcoestado y los partidos que, a su decir, y lo podría creer, fueron los contenidos de esa entrevista que ambos no recordábamos?

En la entrega anterior, bajo el título de “El cabestrillo de las reflexiones de mi padre”, en su propósito fundamental señalé, casi como un arriesgado desafío, que Leonel Fernández había cometido un error al propiciar el reencuentro con su antiguo partido, dada la presencia de una cúpula mafiosa que lo había degenerado.  Sobre todo, porque él se había apartado para formar una nueva organización que pasaría a ser esperanza cierta del pueblo.

Hablé de que amigos personales habían incurrido en la “ingenuidad de no presentir siquiera la emboscada” que se le tendía a ese pujo ético y me excusé diciendo que mi propósito no era zaherir a los compañeros y amigos personales que acompañaran a Leonel Fernández en esa inflexión tan ilusionante de la Fuerza del Pueblo.

Dije más.  Sería conveniente que Leonel Fernández se abstuviera de participar en las elecciones, pero haciéndose una autocrítica sincera, inaudita, porque el pueblo, a ese tipo de liderato que él venía desarrollando, le tiene un apego singular.  Ponía de ejemplo a quien fuera un líder importante del país, Joaquín Balaguer, y al propio don Juan, que pasaron por vicisitudes y adversidades inmensas y, a la larga, terminaron siendo íconos en sus hemisferios respectivos, en capacidad de haberse reunido, venciendo todas las fricciones interpersonales que tuvieran, para organizar el poder político entre nosotros para el nuevo milenio.

No sé porqué, pienso que talvez a Manolo Pichardo, así como a algunos de sus compañeros que se pudieron sentir aludidos o agraviados, les produjo mi entrega anterior un enojo atípico. En todo caso, el artículo aparecido en el Listín Diario es algo vaporoso, como si no se tuvieran convicciones para hacerme alguna imputación de irrespeto y de deslealtad a una amistad personal de más de 30 años con Leonel Fernández.

Así las cosas, me trajeron un video que no conocía con el propósito de que lo usara en mi programa La Respuesta como una manera de responderle al articulista y me dije, no: Las expresiones vertidas en televisión por ser verbales se las puede llevar el viento como mariposas fáciles de cazar para el olvido.  Prefiero responderle en mi blog La Pregunta, por escrito, porque así el día que se logre editarlas quedará en los “viejos anaqueles”, de los cuales, dicho sea de paso, el articulista hizo cierta cita bajo sorna. 

Lo excuso, porque él no comprendió que esos libros que vio en el anaquel de más de un siglo en mi oficina los comenzó a agenciar mi padre, hará cosa de 123 años; se fue aumentando con mi hermano mayor Américo; en mi tiempo de ejercicio se supo poner al día y ahora son mis hijos y mis nietos los que tienen ese “banco de datos”, que no es otra cosa, con lo que cuenta esa trinchera.

Desde luego, estamos en el tiempo de la Inteligencia Artificial y ya los viejos anaqueles están siendo sustituidos, pero nadie debe dudar de los méritos de éstos, porque en ellos se hacen las consultas y se lleva a cabo el aprendizaje, tanto de doctrina como de jurisprudencia, desde los tiempos de la antigua Roma, cosa ésta vital para comprender la Abogacía.

El abogado de hoy, en cambio, se informa rápidamente por el banco de datos tecnológico y su aura fascinante de moderno.  El de ayer, se sirvió y todavía sirve de voltear páginas a la izquierda, deambulando por todas las vicisitudes del Derecho en las distintas épocas del mundo.

Pero, dejo a un lado esta disquisición y paso a utilizar, como siempre, un método franco y directo que me ha acompañado en las polémicas:  Voy a reproducir unas palabras de Manolo Pichardo, que a mi juicio sólo les faltó reconocer que eso que él decía ahí lo vino anticipando durante décadas y  hasta el presente el Vinicio Castillo padre que figura en su raro artículo.  Veamos:

Programa “Despierta RD”, Telecentro Canal 13, Hace 3 años

  • MP: “Y esa dirigencia de esa organización política que degeneró ese partido y que empezó a degenerar el ejercicio de la política en República Dominicana, verdad, incluso el jefe de esa organización política, el jefe absoluto de eso, corrompió tanto a la base que él dice que no se movían si no le daban la logística. ¿Ustedes imaginan un país así, o sea, corrompido así hasta ese nivel?  No, pero no puede ser.
  • LS: Yo me pregunto algo, sobre todo por unas declaraciones que analizábamos aquí ayer de la Procuradora Miriam Germán.  No hay recursos suficientes en la Procuraduría. ¿Esto conllevaría o significaría talvez que no habrían condenas significativas para los casos de corrupción que se dieran en el país, o sea, lo digo porque si un expediente bien instrumentado, por más que se quiera llevar a la justicia a alguien, no puede descalabrarse y caer. ¿Cree Manolo Pichardo que habrá sentencias, que habrá condenas para casos de corrupción que ya se conocen y que ya se han estado presentando ante el Pepca y demás?
  • MP: Conozco a Miriam Germán. Miriam German es una persona honesta  y nunca hará nada que esté fuera de la ley. Yo creo que ella y la Procuraduría se están tomando su tiempo. En su momento la sociedad se enterará de toda la podredumbre que hubo durante los gobiernos de Danilo Medina.  Yo no digo que en los demás gobiernos no hubo actos de corrupción.  En todos los gobiernos hay actos de corrupción; en todos los gobiernos hay uno que otro.  Ahora, ¿una estructura corrupta, mafiosa,  con una cabeza dirigente y ramificada en todas las instituciones del Estado, participando familiares y todo el mundo? Eso yo no lo había visto en la República Dominicana. Yo no lo había hasta el día de hoy.  Hay uno que otro corrupto, siempre ha habido: Balaguer; cuando el propio Juan Bosch gobernó hubo un corrupto que lo sacó del gobierno, todo el mundo lo recuerda.   O no lo recordamos, pero lo sabemos porque lo hemos leído.   Y bueno, pero el tema es que ahora no fue eso, no fueron hechos aislados; no fue uno que decidió meter la mano.  No, no, no, no. Era que había una especie de Cartel, verdad, o de Cártel, que estaba en todas las instituciones como una orquesta con un director. Todo el mundo tocando sus instrumentos corruptos, pero bajo la dirección de un director con su varita dirigiendo la orquesta.
  • LS: ¿Pero cree Manolo Pichardo que habrá condenas, si se destapa todo esto como se dice, sobre todo por la expectativa de esta noche del discurso del Presidente, cree que habrá condenas?
  • MP: Bueno, si no hay condena hay impunidad y yo creo que al gobierno de Luis Abinader no le conviene….”

Como se advierte, si hubo enojo en los distinguidos dirigentes y amigos personales, compañeros de Leonel Fernández, pienso que al leer eso entenderán que lo único que le faltó al artículo sobre Vinicio Castillo padre fue reconocer la validez de sus vaticinios y advertencias, que se mantienen vivos hasta este presente maldito de la preponderancia del Crimen Organizado, coincidiendo desde planos invisibles, pero altamente comprometedores, no sólo con el quehacer político, sino con los propios circuitos lícitos de los capitales, creando el espejismo de un progreso fascinante sin considerar en los debates de mayor nivel la gran tragedia de las juventudes adictas al vicio letal de la droga, la enfermedad y la muerte.

Yo respeto a todos aquellos que discrepen de mis posiciones y cuido éstas de convertirse en estériles reyertas.  La situación política nuestra está ahí, palpable, porque en tan soló unos cuantos días se sabrá cuál fue el efecto desastroso de volver atrás en un fementido reencuentro de la familia boschista, en grave ofensa del Prócer, porque su cúpula mafiosa no puede enarbolarlo después de ese río recrecido y sucio de los múltiples procesos criminales pendientes.

Ojalá no fuera así y Leonel Fernández pudiera resucitar como el ave fénix de los estragos de su error, promovido en gran modo por el fascinante horizonte de “dos millones de seguidores” que tendrían que perdonar a quienes de un modo u otro lo indujeron a un posible plano de exequias de un tercer lugar, como se dice no sin ligereza.  Me alegraría que así fuera, pero no quiero ilusionarme nuevamente.

Y ahora me corresponde expresar alguna queja, razonable y mansa, para que se entienda mejor ese proceso de distanciamiento y ruptura de mi familia descendiente con el Leonel Fernández que acompañara en funciones públicas delicadas, en el tiempo aquel en que él contaba con el remanso prodigioso de los buenos juicios y consejos de su madre muerta.

Se ha dado en ocasión de esta ruptura un fenómeno mortificante: mis hijos han explicado las razones nuestras para el alejamiento y quedaron con ello atrapados en una violenta y desagradable controversia con las bocinas de la Fuerza del Pueblo, innegablemente instigadas para avivar la separación y el desencuentro entre nosotros como familia y el hombre joven sorprendente que yo acompañara durante 11 años en sus tres períodos de gobierno.

Desde luego, no fui enterado plenamente del contenido lamentable de las ofensas, tanto a mis hijos, como a la familia.  Sólo después, y con el tiempo para responder a mis consejos de tolerancia y de respeto, me fueron dando detalles muy penosos de esa encrucijada de enemistad que se había trabado y siempre me cuidé de decir y escribir, aún así, que yo tenía una convicción acerca del valor de la amistad; que la mía no se podía mudar como un mueble cualquiera, por alguna crisis que sufriera.

Entre las mendaces imputaciones de los esclavos del dicterio, figuró una muy despreciable, llamar a mis hijos “mercenarios”, porque hemos de conjunto manifestado nuestro apoyo a Luis Abinader Presidente, sólo por la actitud valiente frente a los peligros de la Patria, en ocasión del sanguinario caos haitiano y los trastornos como aquél del Río Dajabón, bajo intento de robo, que para desgracia de la Fuerza del Pueblo, fue respondido con ofensas al Presidente por las medidas tomadas como defensa.

¿Mercenarios, nosotros, porque no quisimos y nos apartamos de la emboscada del reencuentro con la cúpula mafiosa?  No.  Es más, el propio Leonel Fernández, quizás protegido indirectamente por nuestra rígida posición de apoyo a esas medidas, hizo un viaje especial a Dajabón, no para solidarizarse con el comercio de los pollos y los huevos y seguir en el plano ruinoso de coincidir con las posiciones de dirigentes haitianos detestables, sino para hacer valer su posición frente a los Organismos Internacionales que han pretendido deshonrarnos de forma tan infame.

Dije, entonces, ¡enhorabuena!, porque nuestra misión esencial sigue siendo el desarrollo de una unidad nacional vigorosa para resistir las tormentas por llegar.

Así estamos en la actualidad, yo, desde mis años, que son muchos, aconsejando y advirtiendo de la necesidad de apretar los vínculos y lienzos entre nosotros los dominicanos, por la excepcional coyuntura de daños a que ha sido expuesta nuestra tierra.  Ellos, mis hijos, con el ímpetu natural de sus edades en pleno desafío y duelo.  Yo estoy con ellos y, por fortuna, ellos no me desconocen y, muy por el contrario, se sienten agradados por estar a la sombra de su padre.

Recuerdo a mi amada esposa, y con ésto termino, que las veces que yo intentaba apaciguarles se sonreía y no dejaba de decir: “Miren quién habla de paz y prudencia; él, que fuera tan de hierro en las luchas políticas, se inquieta por el humor de sus hijos.”

Pero ésto es algo muy sentimental que tan solo me viene como recuerdo, sobre todo, porque de ella oí, dos días antes de su último viaje, cuando Leonel Fernández fuera a la clínica a verla, decir con ternura: “Hola Leonel, mi hijo; como estás.” Y tenía días que no hablaba; así estuvo y no lo hizo hasta la muerte.

Con estas consideraciones doy por terminada mi entrega de hoy y me pregunto: ¿Por qué puede un hombre de izquierda molestarse cuando se le rinde tributo a la “autocrítica” como poderosa enmienda?  No lo comprendo.  De todos modos, que resulte lo que sea para gloria o ruina de hombres y sectores hijos de nuestra amada tierra.  Dios está al mando y mi fé no se altera.

El cabestrillo de las reflexiones de mi padre

El cabestrillo de las reflexiones de mi padre

En verdad, el estado de ánimo en tiempos como éstos sabe oscilar en una forma tan contínua que es difícil mantener un control seguro de sus ímpetus o de sus desalientos.

Las circunstancias son tan abigarradas y vertiginosas que las reflexiones están bajo una especie de asedio de novedades imprevisibles y desconcertantes.

He preferido utilizar un método que quizás parezca extraño, pero es el que me da mayor tranquilidad en cuanto a la validez de mis convicciones.

Por ejemplo, esta entrega de hoy la voy a comenzar propiamente con una cita que he formulado muchas veces, en distintos ámbitos, como lo es una reflexión amarga de mi padre escrita en el año ´12 del pasado siglo, mientras guardaba prisión en la cárcel San Luis de Santiago, engrillado, en medio de una Revolución que sobreviniera al Magnicidio del Presidente Cáceres, que en mi opinión fue una de las turbaciones más graves que se han perpetrado en el país, al grado de que he aludido muchas veces a una expresión popular que durara décadas en el país, muy elocuente: “Cuántas cosas han pasado después de la muerte de Mon”.

Esta es la cita: “Nuestra Constitución política descansa en una base mentirosa. Mentira en la elección; mentira en la Constitución; mentira en el Ejecutivo; mentira en el Legislativo, mentira crasa en la justicia; mentira irritante en los partidos políticos; mentira carnavalesca en la prensa.  La falta de lógica, de sinceridad, en todo, nos pierde irremisiblemente.”

En efecto, la Revolución de los Victoria, encabezada por el joven jefe de la guardia que no conservó ningún género de transigencia, ni de indulgencia, frente a aquellos sectores que habían promovido la atrocidad del magnicidio.   Se perdió el orden y las posibilidades de un cambio de gobierno en el ´12, tal como el Presidente lo estaba anhelando, cuando decía en la intimidad de sus amigos y de la familia: “Yo soy el último presidente machetero del país. Los que deben gobernarle son como Pancho y Federico”; es decir, Francisco J. Peynado y Federico Velásquez.

Sobrevino la primera intervención militar extranjera que alfombraron el camino los traidores del Partido Liberal, se volvieron contra su líder Juan Isidro Jiménez Pereira y le derrocaron abriendo la ignominiosa posibilidad de un juicio político alevoso, montado sobre falsedades relativas a supuestas exacciones de fondos públicos.

Mi padre, en ese Senado de entonces, tuvo una gloriosa actuación; Se opuso con un discurso memorable y rompió el quórum necesario para poder arrojar del poder a don Juan Isidro Jiménez Pereyra.  Intentó en el vacío que surgió buscar soluciones y llegó a proponer al Lic. Jacinto De Castro, para suplir a aquel líder legendario que ya se había apartado del poder lleno de amargura.   Es más, intentó mi padre en ese interregno escabroso del vacío de poder, a uno de los próceres de la República, Henríquez y Carvajal, y tampoco prosperó su iniciativa.

En esas ominosas circunstancias se fue al retiro de su vida familiar y de su ejercicio profesional incesante.

Hasta que en el año ´20 terminó siendo juzgado por una Corte Militar prebostal, norteamericana, por supuestas ofensas a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, cuando enjuició a un capitán verdugo, que junto con otros traidores nacionales, produjeron tres asesinatos imperdonables en la jurisdicción de San Francisco de Macorís.

Fue descargado y don Luis Felipe Mejía, en su obra “De Lilís a Trujillo” describe sólo parte de aquella experiencia en la cual estuviera en la barra de defensa siendo muy joven, junto a un notable colega de mi padre, el Lic. Furcy Castellanos.

En fin, se acercó después el año ´28, que fuera umbral de la tumba de la libertad con su nefasta Prórroga.  Ahí acudió mi padre por solicitud de un centenar de ciudadanos que le pidieran públicamente volver a la palestra y ya sabemos lo que sobrevino en el año ´30.

En fin, como ustedes podrán comprobar, el inicio de esta entrega es un tanto melancólico y luce muy asido a recuerdos de hechos históricos, que aún así, examinados en retrospectiva, resultan impresionantes.

Este es el método mejor de que hablo para regular mi estado de ánimo en este presente abismal de la República.  De todas las afirmaciones de la cita primera de mi padre me quiero quedar hoy con lo siguiente:  “La falta de lógica, de sinceridad, en todo, nos pierde irremisiblemente.”

Me sirve de buen estribo para poder abordar la actualidad, reveladora de nuestros vicios sociales y políticos, que parecen invencibles.

La Alianza Rescate RD ha resultado una muestra espectacular del desastre, ya convertido en cultura del engaño entre nosotros.  Leonel Fernández ha sido víctima, tanto de sus verdaderos enemigos, como de la ingenuidad de amigos personales, que no fueron capaces de presentir la emboscada y hoy lo tienen sumido en una trampa. 

Son muchos los aspectos de esta tragedia personal. Cuando se alejó del PLD. lo hizo en forma muy justificada; lo habían engañado vilmente al robarle la Convención de Octubre 2019 y ello determinó su decisión de abandonar la organización política en la cual se desarrollara, porque era mucho el asco que daba tan sólo saber de los hechos de la Cúpula Mafiosa del gobierno de Danilo Medina. 

Así se vio, a escala nacional, la iniciativa de fundar un nuevo partido político y la gente se ilusionó, porque entendió que no todo estaba perdido y que el partido que fuera el sueño de Juan Bosch, aunque muy herido por desafueros de algunos de sus hijos extraviados en ambiciones inverosímiles, podía migrar hacia la nueva esperanza que el joven líder abría como el otro alojamiento del descontento y la desaprobación de tanta gente buena y generosa de ese partido.

Ahora bien, a grandes rasgos, esa fue la situación vivida en ocasión de la ruptura, pero al paso del tiempo se hace necesario reexaminar la misma para comprender mejor el porqué se pudo producir el desplome de esa esperanza y ello me lleva a estas consideraciones.

Comencemos por preguntarnos cosas vitales en procura de detectar el papel de la insinceridad que ha estado presente en muchos de los compañeros, amigos personales de mucho tiempo; compañeros de azares en el desarrollo de aquella proeza del partido político, en la misma medida en que lo fueron de Danilo Medina, el verdugo de Leonel.  Pero éste era abandonable por las atroces exacciones de fondos públicos, así como por su autoritarismo creciente que lo perfilara como un pequeño Sátrapa en formación; el “Trujillo del Siglo 21”, según lo calificara certeramente quien encabezaba la brillante iniciativa de apartarse, alejarse de aquel odioso fenómeno que tan penosamente se hiciera pasible de terminar en Cortes y Tribunales, bajo expedientes tremendos y calificaciones dolorosas, como la de Asociación de Malhechores.

Una pregunta: ¿Esos grupos de acompañantes originarios, seguían sinceramente a Leonel Fernández? Se trata de una pregunta fácil de responder con otra pregunta: ¿Tenía Leonel Fernández sobre ellos el mismo ascendiente de lealtad debida que tuviera Juan Bosch cuando se fuera herido por desengaños incurables del PRD?  No.

Era un líder el que se alejaba de aquel partido, que también había fundado, no un simple “compañero de ruta” del grupo de jóvenes que le acompañaba; fue una experiencia única, pareció una utopía y se quiso ridiculizar presentándola como un resabio de aquel gigante de la política.

Sin embargo, ambas experiencias se vieron como muy parecidas, aunque no semejantes, pues había diferencias de circunstancias, personajes y actores de segunda fila.  Don Juan, con aquella noble intransigencia de siempre, era un carácter y soñó lo que finalmente alcanzara, es decir, un nuevo partido de poder.

De Leonel se entendió que intentaría repetir la hazaña, pero no.  La insinceridad de las muchas agendas propias, de apreciaciones diversas acerca de la ética para el repudio de las inconductas, eran otras, y aunque pareció prender en torrentera dentro del partido dañado la necesidad de alejarse del peculado de la cúpula insaciable, no se pudo completar el fenómeno de mejoramiento cualitativo tan anhelado.

Claro está, era muy difícil llevar a cabo esa tarea de tratar de emplazar severamente a los rapaces, ayunos escandalosos de principios.

El espejismo surgido con el apoyo de lo que yo llamara en otros tiempos “los cálculos del seguimiento” mediante apuntes inseguros de nombres de anónimos seguidores y simpatizantes, dos millones de firmas, a imagen y semejanza de cuando lo lograran aquellos “ingenieros constitucionalistas”, en ocasión del Referéndum que se pedía para modificar la Constitución y permitir la Reelección de Leonel Fernández, en el año ´12, es lo que ha estado en la base de este fracaso decepcionante.

Desde luego, es necesario apuntar que Leonel Fernández, en aquella oportunidad en un acto multitudinario impresionante se rehusó a aceptar el cometido propuesto sobre bases populares aparentemente tan decisivas y le entregó aquellas adhesiones de millones, dos, por cierto, a Danilo Medina en un “pase de antorcha” que el pueblo apreció como gesto auspicioso de unidad y solidez, de vínculos solidarios dentro de aquel partido sorprendente.

Pero, ¡ay, Dios mío! ¡Cuánto ha acontecido en las horas de servir como gobierno!  La insinceridad ya se había arraigado con fuerza y se encargó de envilecer todas las conductas retorcidas e inconsecuentes hasta llegar a esta coyuntura del presente:  Baile de puñales, le llama la gente; cada quien debajo de su manga, con los filos de la traición; la palabra honrada, muerta o proscrita.     Es todo cuanto ofrece ese panorama del fracaso de una sociedad digna de mejor suerte, tan agredida desde afuera y mordida por dentro por los escualos indecentes de las odiosas envidias. 

Leonel Fernández ha sido el objetivo a destruir todo el tiempo; antes, por vía de la infamia generadora de muerte civil y ahora, por la deshonra de un tercer lugar en el teatro electoral, para que al fin se desvanezcan méritos de todo género.

Buscando resumir las ondulaciones de mi estado de ánimo y hacerlas más lineales y comprensibles, sin que me anime ningún propósito hiriente, pues ya tengo la decisión de cuidarme de reyertas, debo de hacer algunas reflexiones finales. Mantener la atención puesta en los desenlaces posibles, girando siempre sobre la sinceridad que advirtiera mi padre.

No ser cáustico con el error de los malos consejos al compañero joven, en proceso de convertirse en un líder legendario, permanente, luego de su brillante improvisación como gobernante en el año ´96; Él no conocía el Estado y mucho menos al gobierno que le administra, y sin embargo acertó en el ensayo en que confiaran dos colosos de la política nuestra, que precisamente se habían convertido en líderes políticos de envergadura mayor, cada uno en su hemisferio respectivo, teniendo por base acontecimientos cruciales, como lo fuera aquella difícil Transición del año ´61 del paso de la noche tremenda de la Libertad perdida por tres décadas, al amanecer que se creyó vendría de la desconocida democracia tan encumbrada entonces.

Lo que advino fue tormentoso; aquellos dos hombres de excepción, ya para fines del siglo, eran íconos decisivos para vertebrar el poder en el nuevo siglo. 

Para mí, que fuera testigo excepcionalmente único de un encuentro entre ellos el 14 de Febrero del año ´86, uno Presidente y el otro cabeza ilustre de un nuevo partido político, que tuve que vivir bien adentro las vicisitudes de los años ´90, ´94 y ´96, resultaría inexcusable que silencie mis pesares y propuestas.

Sí debo recordar la complejidad de aquel tiempo: Primero, las elecciones del ´90, muy traumáticas, que separara según pareció para siempre a esos dos exponentes de liderato político mayor; y después la solicitud que me hiciera Juan Bosch, en el sentido de que asumiera la representación de un proceso de impugnación electoral, tal como lo hiciera en el ´78 en favor de la defensa del partido de Balaguer.

¿Cuál fue mi respuesta a esa honrosa encomienda?  “Don Juan, cuente conmigo, siempre que comprobemos que en las actas de su partido, una vez sumadas, aparezca una ventaja así sea de un solo voto.”  Lo entendió honorablemente y no se pudo llevar a cabo el procedimiento, porque entonces ese partido, que llegara a ser tan eficaz en las tareas políticas, no tenía el grado de organización total y muchas de las actas en las regiones no ofrecieron resultados positivos.

Luego, en el año ´94, grande fue mi sorpresa cuando ese líder inmenso tomó la decisión de que debería ser yo el candidato a Senador por el Distrito Nacional de entonces, como en efecto ocurriera. Y allí conocí muy de cerca a Leonel Fernández, que era el candidato vicepresidencial que acompañaba en la fórmula al Maestro.

Así las cosas, se me pudo abrir el camino para imaginar la necesidad de un Frente Patriótico, luego de la crisis del año ´94, cosa ésta que propusiera en forma expresa en Conferencia en fecha 15 de agosto del año 1995, señalando, incluso, el candidato ideal para las elecciones de ese año, Leonel Fernández.

Creo, pues, que me corresponde algún derecho para asumir la responsabilidad de una posición que pueda contribuir a que éste desgaste de las energías de la Nación no siga ahondándose.

¿Qué hacer, pues? Aconsejarle a mi amigo de siempre, Leonel Fernández, que se aparte y aleje de la emboscada; que reemprenda los trabajos de construcción de su partido verde y se lo entregue luego al pueblo, renovado, sin las sombras de esa pesada carga del Peculado, opulentas y peligrosas, que sólo procuran la impunidad para volver en sus delirios al poder con sus sombríos recursos a reestablecer los intentos de la Satrapía perdida.

Desde luego, sería necesario un ejercicio de autocrítica muy valeroso para salir ileso de una trampa como la tendida, pero sería la prueba más contundente de cómo se reivindican los méritos para pasar a ser un líder, real y de siempre; lo que lograran los viejos al vencer las adversidades más inimaginables. 

“Los líderes reales sólo piensan en términos de generaciones, los políticos ordinarios en elecciones”.  La advertencia fue de alguien que pasó por azares asombrosos, pero jamás abandonó la devoción por su pueblo: Winston Churchill.

Como dijera al principio, asumo la recordación de mi padre como una manera de fortalecer cuanto expreso en mis posiciones y me siento seguro cuando repito su execración de la insinceridad.  Por ello lo evoco con orgullo.

Paso a mis preguntas:  ¿Piensan ustedes que la recomendación de abstención electoral de la Fuerza del Pueblo sobre las bases de que su líder confiese en autocrítica que sólo por error permitió que se formara la Alianza Rescate RD?  ¿Creen ustedes que podría salir de una experiencia como esa con mayor fortaleza, que si persistiera en el error?  Ofrezco esta entrega más que nunca, como una prueba de sinceridad y me atrevo a poner a Dios como testigo.

Port Data:  Sé que me expongo a reproches intemperantes de muchos que siguen entendiendo que “en política todo se vale”, que “no hay que hacer tanto caso” a las consideraciones éticas, sino a lo que conviene.  No importa lo que sea.

Las dos fases de un diseño de Expresidentes notables de Norteamérica.

Las dos fases de un diseño de Expresidentes notables de Norteamérica.

En la pasada entrega hice promesa de complacer a mis lectores escribiendo en ésta la continuación de la Cita Larga de la autobiografía del ex presidente Bill Clinton, Mi Vida, en la que se relata cómo se repuso en el poder a Aristide en Haití.

Algunos amigos se impresionaron y me admitieron que ese error empecinado de una inteligencia tan brillante verdaderamente es un eje vital de aquella tragedia, que parece, además, atrapada en una disputa enorme entre los actores del control geopolítico tradicional y las dos Superpotencias extracontinentales, Rusia y China, cuya presencia participativa se ha visto claramente como obstáculo para los planes manidos de una restauración del orden democrático, donde nunca lo ha habido.

Esperan, en efecto, que se cumpla “lo que el pueblo haitiano quiere”; así lo planteó China cuando rechazó en el Consejo de Seguridad una nueva ocupación militar multilateral, a imagen y semejanza de la infausta Minustah.

Pues bien, debo cumplir lo prometido y sigo considerando la situación del modo siguiente:

He sostenido desde mi Programa de La Respuesta que en el escenario existe otro Expresidente de los Estados Unidos, Barak Obama, de inteligencia brillante como el otro, que ha puesto una atención penetrante en la catástrofe haitiana; cité en la entrega precedente su mensaje: “Díganle al pueblo haitiano que yo he cumplido lo prometido”.  Esto, en la Cumbre en Lima, Perú, donde pronunciara su último discurso, del cual el mensaje fue una especie de post-data improvisada muy emocionante.

En La Respuesta también, y en la entrega precedente, expresé que estando consciente de la importancia del personaje, que no la ha perdido, era pertinente preguntarle si lo “prometido” también se le había informado al Caucus Negro como un litoral muy influyente en la política norteamericana y a la propia Nación del Islam de Malcom X y Farrakham, que tan atenta ha estado al colapso en el Caribe de ese Estado Nación.

Proseguí con mi exploración por saber cuáles factores más podrían estar activos y recordé que el Presidente Obama designó al Expresidente Clinton Comisionado General para atender la totalidad de los sucesos, cada vez más luctuosos, de aquella desgraciada Nación.

Encontré, ciertamente, otros elementos que no he dejado en ningún momento de tener en cuenta por el significado que encierra el Expresidente Obama, de origen keniano, quien innegablemente es un ícono en Kenia por razones lógicas, y el Consejo de Seguridad que dictara una Resolución oscura, anómala, organizando una especie de cuerpo de Legión Extranjera, pero mediante convocatoria de los llamados “Estados Voluntarios”, aunque previniendo a éstos de que sus tareas serían totalmente ajenas a la ONU.

Este último aspecto conllevaba la aparición de Kenia en el escenario, muy dispuesta a asumir la responsabilidad enviando 1,000 de sus policías para pacificar Haití y se entiende que desarmar y suprimir la presencia de las tenebrosas Pandillas Criminales que le gobiernan.  Conecté una cosa y otra por ser inevitable.

En resumen, la tesis que he sostenido es que ha habido un diseño básico desde el día mismo en que se suprimiera al Ejército Haitiano y sus actores intelectuales lo han sido sucesivamente Bill Clinton y Barak Obama: El primero se evidenció cuando propuso los 19 Campamentos de Refugiados, conforme le enrostrara la negativa del Presidente Balaguer cuando respondía a su solicitud diciendo: “Háganlo de aquel lado, porque de otra manera sería un asilo territorial improcedente.”  El segundo, que llegó a Poder 8 años después, porque medió la Administración del Presidente Bush hijo y se extrañó a Sudáfrica luego de su derrocamiento a Aristide y se complicaron las cosas de un modo tan peligroso, que basta leer la Cita Larga de la entrega precedente para caer en cuenta de cuál era el predicamento esencial de la Presidencia de Estados Unidos, cuando fuera servida por los dos expresidentes, Clinton y Obama.

Así las cosas, sobrevinieron todos los desastres en torrentera y una turbación grave se agregaba a la otra y se fue escalando, de tal modo, que terminaron en los niveles inconcebibles de un magnicidio en el aposento de su Presidente Jovine, luego de haber abandonado Minustah en una forma vergonzosa, después de 13 años de ocupación estéril multilateral y aparecieran las Pandillas regadas en decenas de bandoleros que se fueron haciendo cargo lentamente de las instituciones del territorio y prácticamente hacer las veces de un gobierno violentísimo de facto, muy sanguinario.

Es decir, se produjo el vacío de poder necesario para que el diseño aquel, del tiempo del Expresidente Clinton, pudiera echarse hacia adelante, no ya por una petición de Campamentos, sino por una ocupación fundada en el miedo, en la sangre, de millares de asesinatos, secuestros e incendios.  Por derrame, claro está.  Una Nación despavorida sobre una Nación pacífica, organizada como la nuestra.

Ahora bien, ocurre que los dos Expresidente de mención siguen siendo influyentes en grado sumo en el gran Poder del Norte, dadas las relaciones especiales que tienen con el Presidente actual, Joe Biden, que incluso ha venido a ser ayudado en sus propósitos de Reelección, en medio de las preocupaciones de las limitantes de sus habilidades y salud, según la propia comunicación social de allá se entretiene.

Todo esto, combinado, es el otro eje vital donde giran los hechos inequívocamente al objetivo de la reabsorción de la República Dominicana, para poder hacer lo que dicen con cinismo “un recate integral de Haití”.

Poco les importa que sus propuestas embozadas lo que estén propiciando es una balcanización de la isla.  Al contrario, parece que eso es lo que se pretende sin miramientos; es decir, quizás buscando la formación de un “Puerto Libre” gigantesco en la Isla de Santo Domingo, donde pretenden establecer una fusión contraria a los mandatos gloriosos de las historias respectivas de ambas Naciones.

Este es el momento más apropiado cuando escribo de hacer una observación adicional a todo cuanto antecede. Referirme al mandato anómalo de la ONU de fecha 1 de junio de 2004, que se hizo necesario para la invasión de Minustah, al encargarla de su ocupación, mediante la constitución de una fuerza militar multilateral, predominantemente integrada por ejércitos latinoamericanos.

Lo que quiero significar es que advierto en el diseño Clinton-Obama dos fases, una pacífica y otra violenta; una, por medios jurídicos de acuerdo al Derecho Internacional Público, la de los Campamentos; y la otra, el vacío de poder y el océano de sangre como instrumentos de un derrame constitutivo de un crimen internacional sin nombre.

Ambas cosas se produjeron y no dejé de censurar ese mandato originario de Minustah que estaba desde el principio tarado por un silencio ominoso y culpable; vale decir, no tomó en cuenta su propia Resolución Única del año 1961, que declaraba la droga un Crimen de Lesa Humanidad y se limitó a decir que “esas tropas vendrían a asegurar la paz y la seguridad pública.”

¿Cuál argumento fundamental utilicé para darle verosimilitud a ese reproche?  Afirmé lo siguiente:  En el Senado Norteamericano, en sus archivos, figuran las declaraciones que prestara en la década de los ´50, Salvatore Bonano, de la Cosa Nostra, cuando se llevaba a cabo aquel esfuerzo portentoso del Senador Kefauver, tiempo también de John Fitzgerald Kennedy como Senador participando en una Comisión de Alto Nivel para determinar la realidad de las Mafias en Estados Unidos;  en esas declaraciones se dijo y explicó cómo ellos, la Cosa Nostra, se había hecho cargo de Haití, es decir, se habían apoderado de las cosas claves de la economía haitiana y de su política.  Se revela con ésto, afirmo yo, que eso de abandonar Haití para que fuera la Droga el eje esencial de su subsistencia ha sido una tara muy antigua de la política norteamericana sobre el tema.  Hoy, el Narco mundial es más que un trasfondo, una especie de Estado invisible, un poco más que alternativo.

Eso que se expresa en el párrafo anterior es una prueba vigorosa de que no se quiso atacar el gran mal enfrentando al crimen para desplazarlo de su dominio y control de ese territorio clave del Caribe y se prefirió una práctica de gobierno pseudo democrático de un sinnúmero de especímenes, tanto de la política como del imaginario empresariado, lo que pudo generar el espantoso colapso.

Entonces surgían mis preguntas en La Respuesta:  ¿Por qué al retirarse Minustah, 13 años después en forma inopinada y abrupta , Estados Unidos, Francia y Canadá opinaron por vía de sus Cancillerías “que se iban de allí para no volver, porque no había nada qué hacer, ni a quién entregarle los recursos de ayuda para la reconstrucción alegada”?

Lo cierto es que lo que quedó de aquella desbandada vergonzosa fueron las Pandillas de hoy, que tuvieran una primera fase al servicio de la política y el falso empresariado y que han terminado por decirle en forma insolente a la Comunidad Internacional:  “Tenemos que participar en todo cuanto se haga para la Transición”; ésto, porque ocupan ya plenamente partes esenciales de su capital bajo el terror de sus ametralladoras, sin que se pueda todavía celebrar una asunción cabal y definitiva del Consejo Presidencial que se conviniera en Jamaica.  Insistí siempre en poner de relieve aquel dato escandaloso de que “el Palacio de Justicia Central estaba en manos del crimen”.

Hago una natural deriva hacia el acontecer del presente: ¿Quién va a hacer la Transición?  ¿Los grupos de tecnócratas del éxodo y los sugeridos por fuerzas políticas promiscuas?  ¿Acaso las Pandillas Criminales podrían asumir predicamentos revolucionarios?  En la otra cara de esa moneda, cabe preguntar:  ¿Guy Philippe, traído desde una celda de cárcel de Estados Unidos, a media condena por lavado de activos y colaboración con el Narcotráfico Internacional, que es la voz más exigente en cuanto a que él debe presidir el Consejo Presidencial a formar, en lo que parece ser una muestra de aspiraciones de contrarrevolución?  Son las circunstancias que llevan a pensar que si tienen que llegar a una guerra civil total y final, el diseño del “derrame” tomaría más cuerpo y nuestra resistencia sería más cruenta.

Debo, como siempre, detenerme por razones de espacio y formular mis preguntas: ¿Piensan ustedes que ante un cuadro de peligros tan notables estamos nosotros buscando organizarnos en una Unidad Nacional de acero?  ¿No entienden ustedes que la Nación se desgasta y pierde energía ante los embates de propios y extraños destinados a ofender la índole buena de su pueblo?

Estoy convencido de que todos los errores que se vienen cometiendo en las reyertas callejeras del proceso electoral, en niveles inimaginables, son causas seguras de una indefensión suicida de nuestra Patria.  Dios, Patria y Libertad es nuestro lema nacional y a él me aferro.

1,507 palabras de una cita memorable. El error de una inteligencia superior ayudó a la tragedia.

1,507 palabras de una cita memorable. El error de una inteligencia superior ayudó a la tragedia.

Carter, Powell y Nunn lo presintieron todo.

Sin apresurarse se puede tener hoy una mejor visión del panorama de la situación conflictiva que turba la seguridad nuestra.

Gracias a la dinámica elocuente de los hechos, no hay dudas razonables acerca de los sombríos propósitos que se mantienen subyacentes, destinados a nuestra desaparición como Estado Nación, por encima de nuestros méritos de pueblo luchador, por su progreso y libertad, durante un tiempo cercano a los dos siglos.

Una Comunidad Internacional desacreditada por los grandes fracasos de sus Organismos Internacionales, que han sido secuestrados por Potencias Occidentales, determinaron el “cataclismo de Haití” en todos los órdenes como método previo e indispensable para poder hacer la siniestra hazaña de simular su interés en reconstruirlo desde sus propios escombros, desde luego, a costa de nuestra desaparición por la vía de derrame invasivo de masas aterrorizadas por el crimen inclemente de Pandillas Crimínales, creadas al efecto.

Destruyeron aquel Mito de Estado y confiaron en el uso despiadado de las masas desesperadas como si fuera su materia prima indispensable para convertirlas en un verdadero ejército de hordas y liquidar todo cuanto se haya logrado por nosotros, sin importarles las vallas que nos han diferenciado y separado como la lengua, costumbres, creencias y valores.

No consideraron nunca la historia de las tensiones que siguieran a aquellas guerras originarias de 12 años, luego de la Gesta gloriosa del ´44; ni siquiera respetaron el heroísmo y los sacrificios de la Restauración de la Independencia, entregada a España, cuyos ejércitos fueron vencidos por el coraje y la abnegación del pueblo nuestro.

En síntesis, en Haití ocurrió todo lo contrario y se dieron tumbos inenarrables de turbulencia, de arrasamientos ecológicos, de explotación inmisericorde, de Mafias políticas y empresariales al servicio de la Droga del mundo, hasta llegar a caer en el abismo en que hoy se encuentra.

Nosotros, en cambio, podemos exhibir una hoja de vida como Estado Nación que nos ha llevado a ser considerados “El pequeño David del Caribe”.  Reconozco, claro está, que nuestros empeños han tenido sus luces y sus sombras, pero más luces que sombras, y esto no importó al poder del Norte, ni a Canadá, ni a Francia, como acólitos no menos miopes y abusadores, para llevar a cabo un verdadero crimen internacional contra nuestra suerte, absolutamente imperdonable.

Estamos así a mitad de un río recrecido de acontecimientos que se han hecho muy fluidos, por lo que en esta entrega adopto una forma simple, que puede parecer extraña, en procura de mejorar la comprensión plena del pueblo nuestro sobre esta hora crucial que nos atormenta.

El tranque luce más obvio que nunca, por ello hago un ejercicio bien singular consistente en la enumeración de nombres, sucesos y circunstancias en el párrafo siguiente, porque estoy convencido de que tan solo al leerlos se tiene una brújula adecuada para entender los rumbos de este desastre.  Es una especie de Aid Memoire sobre la marcha que necesariamente debe de estar acompañada de explicaciones breves a fin de mejorar la comprensión de los mismos.  Veamos:

Clinton, Campamentos negados, ejército disuelto. Aristide mesiánico; retorno al poder por flota naval imponente; ocupación militar durante 13 años de Minustah; Martely, el nudista presidente; corrupción letal en todos los órdenes; Narcotráfico de escala mundial; control del mercado de la Droga y del poder a través de empresariado vil y quehacer político infame; Jovine asesinado; Viaje a Turquía un mes antes. Rusia prometiendo dos plantas eléctricas colosales y cuatro mil millones de inversiones. China, quince mil millones según promesa.  Conversaciones y Carta de Intención en el año ´21,  entre los Presidentes Abinader y Jovine; Nota Diplomática del 7 de Julio 2021; oposición y queja por la construcción abusiva de un Canal para sustraer las aguas del Río Dajabón en el corto espacio de su lecho donde cambia el nombre por Masacre; Queja Diplomática por la mañana y Magnicidio en la noche; vacío de poder; Comando colombiano ejecutando la encomienda del tiro de gracia al Estado colapsado. Obama, mensaje de Lima, Perú al terminar el último discurso en Cumbre:  “Díganle al pueblo haitiano que he cumplido lo prometido”;  Kenia y sus mil policías originarios.  Resolución oscura de “Estados Voluntarios” pero ajenos a Onu, según el Consejo de Seguridad; Kenia con dificultades habla de cuatro mil soldados y recursos mayores; renuencia de sus Cortes Judiciales y su oposición política a participar en la “riesgosa aventura de Haití”; ensanchamiento del vacío de poder; la decisión en Jamaica del Caricom y el Consejo de Gobierno para la Transición; Barbecue, Guy Philippe, imponiendo condiciones; amenaza de Guerra Civil inminente allá; desestabilización inexorable nuestra; la Región del Caribe trepidando; Maduro y Guyana; Cuba, diseñando y dirigiendo la construcción del Canal bandolero del Masacre; Nicaragua, con tropas rusas entrenando a las suyas; La Vigía como respuesta ya cumplida, para que el Masacre se pase por el Canal, otra vez a pie.

En fin, son otras múltiples las manifestaciones parecidas, que por razones de espacio no toco hoy en esta entrega.

Ciertamente, admito que ésto parece un tanto incoherente al enumerar así esos nombres y sucesos sueltos, pero, según dije, en adelante voy a tratar de dar explicaciones que, aunque breves, puedan lubricar mejor el entendimiento público. 

Yo me apoyo para hacerlo en que son tantos los componentes de aquella catástrofe que se justifica insertar lo que llamo un “Aid Memoire sobre la marcha”, dado que todo es tan confuso y alevoso que lo mejor es tener a mano todas las facetas y ocurrencias para irlas usando como lámparas en aquel laberinto, que tanto tiene de una galería de espanto.

Señalo, pues, el primer ejemplo porque su contenido ha sido el verdadero y más profundo eje de aquella tragedia de acentos bíblicos.  Y lo haré de un modo muy exhaustivo, porque consideraré al personaje central y responsable de esa catástrofe, el ex Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Bill Clinton, primero con apreciaciones ligeras, pero después haré una cita larga de su obra autobiográfica magistral y brillante titulada “Mi Vida”.

A la cita larga no le temo por lo mucho que puede interesar a los lectores esa parte de esta entrega.  Veamos cómo abordo el primer grado de importancia de los acontecimientos desgraciados que se derivaron, no como efectos colaterales de daño, sino como causa permanente del desastre.

Por ejemplo, se diría: Clinton es un culpable original y esencial de todo cuanto ha ocurrido a partir de la disolución del Ejército.  Las razones que arguyó fueron la violencia salvaje y la corrupción de sus hombres vinculados al Narco, pero es fácil responderle en la refutación de este modo: ¿Acaso Aristide resultó diferente con su Papa Lebrum y el desorden criminal de guerra de Carteles de la cocaína, del cual el falso Mesías era su centro de gravedad?  Se diría, asimismo, ¿por qué se siguió tolerando y auspiciando al Narco y sus operaciones a cielo abierto para establecer un colosal almacenaje, que ha sido escándalo del mundo?  ¿Por qué el ex Presidente, que pudo reponer en el poder con una flota naval poderosa al falso Mesías, no desmanteló el control absoluto del macro crimen convertido en el real Estado de Haití? 

Hasta aquí las observaciones superfluas.  Vamos a tomar la cita larga de la autobiografía señalada y así podremos afianzar nuestros criterios definitivamente.

Cito:

“En Septiembre, la crisis de Haití llegó al límite.  El general Cédras y sus matones habían intensificado su reino del terror; ejecutaban a niños huérfanos, violaban a mujeres jóvenes, asesinaban a curas, mutilaban a gente y dejaban los cuerpos en medio de las calles para aterrorizar a los demás y destrozaban los rostros de las madres con machetes, en presencia de sus hijos.  En aquel momento, ya llevaba dos años tratando de alcanzar una solución pacífica y estaba harto.  Hacía más de un año, Cèdras había firmado un acuerdo para traspasar el poder, pero cuando llegó el momento de irse, sencillamente se negó.

Era hora de echarlo, pero la opinión pública y la tendencia del Congreso eran contrarios a esa idea.  Aunque el caucus negro del Congreso, el senador Tom Harkin y el senador Chris Dodd me apoyaban, los republicanos se oponían firmemente a cualquier acción; la mayoría de demócratas, incluido George Mitchell, pensaban que trataba de arrastrarlos a otro precipicio sin el apoyo de la ciudadanía ni la autorización del Congreso.  Incluso, había una división interna en la administración.  Al Gore, Warren Christopher, Bill Gray, Tony Lake y Sandy Berger estaban a favor.  Bill Perry y el Pentágono estaban en contra, pero habían preparado un plan de invasión por si yo daba orden de atacar.

Yo creía que debíamos actuar.  Estaban asesinando a gente inocente en nuestras narices, y ya habíamos gastado una pequeña fortuna para atender a los refugiados haitianos.  Naciones Unidas apoyó unánimemente la expulsión de Cèdras.

El 16 de septiembre, en un intento de última hora de evitar una invasión, envié al presidente Carter, a Colin Powell y a Sam Nunn a Haití para intentar persuadir al general Cèdras y a sus seguidores en el ejército y en el parlamento de que aceptaran pacíficamente el regreso de Aristide; Cèdras debía dejar el país.  Por distintas razones, todos se mostraban en desacuerdo con mi decisión de utilizar la fuerza para devolver el poder a Aristide.  Aunque el Centro Carter había supervisado la arrolladora victoria de Aristide en las elecciones, el presidente Carter había desarrollado una relación con Cèdras y dudaba del compromiso de Aristide con la democracia.  Nunn estaba en contra de la vuelta de Aristide hasta que se celebraran elecciones parlamentarias, porque no confiaba en que Aristide protegiera los derechos de las minorías si no existía una fuerza de compensación establecida en el parlamento.  Powell pensaba que solo el ejército y la policía podían gobernar Haití y que éstos jamás colaborarían con Aristide.

Como los acontecimientos posteriores demostraron, había algo de razón en sus afirmaciones. Haití estaba profundamente dividido, económica y políticamente; no poseía ninguna experiencia democrática previa; no había clase media como tal y tenía una escasa capacidad institucional para gestionar un estado moderno.  Aunque Aristide volviera sin complicaciones, quizá no lograría gobernar.  Sin embargo, él era el presidente -había salido elegido por mayoría aplastante- y Cèdras y su panda estaban matando a gente inocente.  Al menos podíamos detener ese estado de cosas.

A pesar de sus reservas, el distinguido trío se comprometió a comunicar fielmente mi política.  Querían evitar una entrada norteamericana violenta que pudiera empeorar las cosas.  Nunn habló con los miembros del parlamento haitiano; Powell contó a los mandos militares, en términos muy gráficos, qué sucedería si Estados Unidos invadía la Isla y Carter se dedicó a Cèdras.

Al día siguiente fui al Pentágono para repasar el plan de invasión con el general Shalikashvili y la Junta del Estado Mayor y, por teleconferencia, con el almirante Paul David Miller, el comandante de la operación global, y el teniente general Hugh Shelton, comandante del Decimoctavo Cuerpo Aerotransportado, que encabezaría nuestros soldados en la isla.  El plan de invasión requería una operación unificada, en la que estaban implicados todos los cuerpos del ejército.  Dos portaaviones se encontraban en aguas haitianas; uno transportaba fuerzas de las Operaciones Especiales, el otro, soldados de la Décima División de Montaña.  Los cazas de las fuerzas aéreas estaban dispuestos para garantizar el apoyo aéreo necesario.  Los marines tenían la misión de ocupar Cap Haitien, la segunda ciudad más grande del país.  Los aviones que transportaban a los paracaidistas de la Octogésimo segunda División Aerotransportada saldrían de Carolina del Norte y ellos saltarían sobre la isla justo al inicio del asalto.  Los SEAL entrarían antes para explorar las zonas designadas.  Ya habían realizado un asalto de prueba aquella mañana; habían salido del agua y arribado a tierra sin ningún incidente.  La mayoría de los soldados y del equipamiento debía entrar en Haití para la operación llamada “RoRo”, por “roll on, roll off”.  Los soldados y los vehículos avanzarían en lanchas y navíos de desembarco para el viaje hacia Haití y luego se replegarían en la costa haitiana.  Cuando la misión se hubiera cumplido, el proceso se revertiría.  Además de las fuerzas norteamericanas, contábamos con el apoyo de otros veinticinco países que se habían sumado a la coalición de Naciones Unidas

Cuando faltaba poco para la hora de nuestro ataque, el presidente Carter me llamó y rogó que le diera más tiempo para convencer a Cèdras de que se fuera.  Carter quería evitar a toda costa una invasión militar.  Y yo también.  Haití no tenia ninguna capacidad militar; sería como disparar contra una diana inmóvil.  Acepté darle tres horas más, pero le dejé claro que el acuerdo al que llegara con el general no podía contemplar ninguna dilación en el traspaso del poder a Aristide.  Cèdras no podía disponer de más tiempo para asesinar a niños, violar a jóvenes y mutilar a mujeres.  Ya nos habíamos gastado doscientos millones de dólares para proporcionar refugio a los haitianos que habían dejado su país.  Yo quería que pudieran volver a sus casas,

En Pour-au-Prince, cuando el límite de las tres horas se agotó, una multitud furiosa se congregó frente al edificio donde aún se desarrollaban las negociaciones.  Cada vez que yo hablaba con Carter, Cèdras proponía un trato distinto, pero todos ellos le daban cierto margen de maniobra para ganar tiempo y postergar el regreso de Aristide.  Los rechacé todos.  Con el peligro fuera y el plazo para la invasión a punto de cumplirse, Carter, Powell y Nunn siguieron esforzándose por convencer a Cèdras, sin éxito.  Carter me suplicó más tiempo.  Acepté otro plazo; hasta las 5 de la tarde.  Los aviones con los paracaidistas debían llegar justo después de que cayera la noche, hacia las seis.  Si los tres seguían negociando para ese entonces, correrían un peligro mucho mayor a manos de la multitud.

A las 5.30 seguían allí y la situación era mucho más peligrosa, porque Cèdras ya estaba enterado de que la operación había empezado.  Había estado vigilando la pista de aterrizaje de Carolina del Norte, cuando nuestros sesenta y un aviones con los paracaidistas despegaron.  Llame al presidente Carter y le dijo que él, Colin y Sam tenían que irse inmediatamente.  Los tres hicieron un último llamamiento al jefe titular del estado de Haití, el presidente de ochenta y siete años Emile Jonassaint, que finalmente dijo que eligiría la paz en lugar de la guerra.  Cuando todos los miembros del gabinete aceptaron, menos uno, Cèdras por fin cedió, menos de una hora antes de que el cielo de Port-au-Prince se llenara de paracaidistas.  En lugar de eso, ordené que los aviones dieran media vuelta y regresaran a casa.

Al día siguiente, el general Shelton lideró a los primeros quince mil hombres de la fuerza multinacional hacia Haití, sin que hubiera que disparar un solo tiro.  Shelton era un hombre que llamaba la atención; medías más de metro ochenta, tenia el rostro cincelado y un deje sureño ligeramente arrastrado.  Aunque era un par de años mayor que yo, seguía saltando en paracaídas regularmente, junto con sus soldados.  Tenía aspecto de ser capaz de deponer a Cèdras él sólo.  Yo había visitado al general Shelton hacia poco tiempo, en Fort Bragg, después de que en un accidente de avión, en la base aérea cercana de Pope, murieran algunos hombres que estaban de servicio.  En la pared del despacho de Shelton había fotografías de dos grandes generales confederados de la guerra de la Independencia, Robert E. Lee y Stonewall Jackson.  Cuando vi a Shelton por televisión en el momento de saltar a tierra, comenté a un miembro de mi equipo que Estados Unidos había recorrido un largo camino si un hombre que veneraba a Stonewall Jackson podía convertirse en el libertador de Haití.

Cèdras prometió cooperar con el general Shelton y abandonar el poder antes del 15 de octubre, tan pronto como la ley de amnistía general exigida por el acuerdo de Naciones Unidas se aprobara.  Aunque casi tuve que arrancarlos de Haití, Carter, Powell y Nunn hicieron una valiente labor en circunstancias muy difíciles y potencialmente peligrosas.  Una combinación de diplomacia obstinada y de amenaza militar inminente había evitado el derramamiento de sangre.  Ahora era Aristide quien tenía que cumplir con su compromiso de “no a la violencia, no a la venganza, sí a la reconciliación”.  Como tantas otras declaraciones por el estilo, era más fácil decirlo que hacerlo.”

(Libro “Mi Vida”, Bill Clinton Páginas 713-717)

Tal como les advertí, esa cita larga fija un punto de partida del hundimiento total de aquel Estado Nación colapsado.  Luego, otro ex Presidente de Estados Unidos, George Busch hijo, tuvo que intervenir, extrañar al falso Mesías a Sudáfrica y le consintieron un regreso condicionado a una estricta ausencia del quehacer político directo.  Sin embargo, su movimiento Lavalás ha seguido y hasta podría tener cierto parecido a un caballo de troya porque uno de los miembros del Consejo de Transición fue indicado por este movimiento Lavalás y eso ensombrece el futuro inmediato.  Es decir, el diseño Clinton-Obama ha encontrado dificultades por la incorporación de China y Rusia en el interés más vivo por los acontecimientos de la Región y se está planteando una toma de poder, que bien podría ser bajo el esquema del Socialismo del Siglo 21, si es que las Pandillas al no ser amnistiadas se declaran Guerrillas Revolucionarias, o, bajo la égida de Guy Philippe, el convicto presidiario prospecto de Presidente, que encabezaría una versión inmediata de contrarrevolución,

En fin, el espacio ya lo he ocupado en términos quizás abusivos, por lo que pido excusas, y debo pasar a mis preguntas acordadas:  ¿Comprenden ustedes la gravedad que encierra una situación como la descrita?  ¿Me pedirían ustedes otra entrega para tratar el diseño Obama–Kenia, así como la ocupación militar multilateral estéril de Minustah?  Espero mucho de su tolerancia por estas consideraciones que creo muy sensitivas, como nunca antes, relacionadas con la suerte nuestra.  Dios ha de querer que no perdamos la causa inmensa.

Emociones fuertes en un sagrado tiempo

Emociones fuertes en un sagrado tiempo

Siempre el Viernes Santo me ha resultado el día del año en que más me adentro en mí mismo; me abruma una especie de pesar irrepetible; primero como cristiano, al reimaginar los sufrimientos del Crucificado, que asumiera voluntariamente caer en el calvario por el perdón de los pecados del mundo; segundo, por todo cuanto se hizo para consumar la ignominia eterna y después cuanto ocurriera en el juicio atroz.

La cobardía de Pilatos desoyendo los ruegos de la esposa por el inocente a sacrificar y, sobre todo, aquella consulta inmunda a la multitud que asistía al espectáculo: ¿Cuál de

los dos, Barrabás o Jesús?  Y surgió el bramido parcial contra Jesús:  “!Crucifícalo!  ¡Crucifícalo!”

La misma multitud que había tenido expresión el Domingo de Ramos para admirarle y adorarle aparecía ante la cruz, pero en su versión de barbarie vociferante.  Es decir, la multitud impenitente que ha seguido hasta la fecha, siendo madre de la inconsciencia.

Me conmueve la Cena, y por supuesto, las advertencias de  Cristo, el hijo de Dios:

(Juan 13. 21-28)

21 Habiendo dicho estas cosas, Jesús, profundamente conmovido, añadió con toda claridad:

-Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar.

22 Los discípulos comenzaron a mirarse unos a otros, sin saber a quién se refería. 23. Uno de sus discípulos, al que Jesús quería mucho, estaba cenando junto a él. 24 y Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara a qué se refería.  25 Él, acercándose más a Jesús, le preguntó:

-Señor, ¿quién es?

26 Voy a mojar un trozo de pan -le contestó Jesús-, y a quien se lo dé, ese es.

En seguida mojó un trozo de pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.  27 Tan pronto como Judas tomó el pan, Satanás entró en su corazón. Jesús le dijo:

-Lo que vas a hacer, hazlo pronto.

28 Pero ninguno de los que estaban cenando a la mesa entendió por qué se lo había dicho. 

Sus recomendaciones luminosas sobre el pan y el vino a comer y beber, que aún nos apasiona a los creyentes, y finalmente la Cruz; sus últimas Siete Palabras gloriosas, que se han evocado desde los pulpitos de su iglesia en la tierra y han sabido estremecer hasta las lágrimas.

Me parece oir siempre oradores sagrados formidables, todos idos a la gloria del Señor, como los Dominicos, Tamargo, Mantilla, Rubio, mensajeros iluminados en ese evento sagrado de las 7 Palabras, que hoy me siento en la obligación espiritual de incluir en esta entrega:

Las Siete Palabras

  • «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». …
  • «De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso». …
  • «¡Mujer, ahí tienes a tu hijo! …
  • «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?». …
  • «Tengo sed». …
  • «Todo está cumplido». …
  • «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu».

En suma, en el día del dolor y la desvergüenza indeleble de la justicia me conmuevo más que en todos los días de la vida, porque lo siento vibrar en mi conciencia.

Pienso a veces que mi segunda naturaleza de abogado defensor contribuye mucho a que mi desagrado y reproche ante la vil sentencia jamás la apruebe.

He sabido entretenerme leyendo al abogado penalista de Francia, Isorni, señalando errores capitales en el juicio a Cristo, así como una obra muy interesante de un ex Presidente de Suprema Corte de Israel, en la que sostiene que no fueron los Judíos los responsables del sacrificio; que más bien obró el poder político romano.

Desde luego, son inquietudes de un penalista cristiano, que no debe olvidar que Cristo, y antes de él los profetas, sabían que todo estaba escrito en los siglos; que Él vendría, pasaría un tiempo entre los hombres, hijo del milagro del Espíritu Santo y María, la madre pura de la cual soy devoto invencible.

De ésta también, he leído con deleite “Lo que María guardaba en su corazón”, obra del autor José María Pemán, corta y prodigiosa, que su lectura deja una experiencia fascinante.

El hecho es que escribo esta entrega Viernes Santo de este año difícil de mi Patria y sentí un impulso hondo de hacerlo, porque son muchos los acontecimientos que la asedian, tanto, que hasta su Jueves, día previo a su apresamiento y sacrificio infames, entre nosotros ha servido para que surgiera una muestra tremenda de los peligros de la Patria. Como si no pudieran aguantar los hechos una fecha más significativa del desastre que nos espera entre la traición y el calvario como pueblo.

Los haitianos, insolentes, bajo dominio y control directo de bandas de asesinos y de una instigación disimulada de las grandes Potencias, exhibieron lo que han creído, junto a algunos de los hijos de la Patria nuestra, el agua de un río robado sin nocturnidad ni silencio, todo hecho a cielo abierto con el rostro sucio de la insolencia.

Esa gente nuestra que ha querido justificar el desafuero parece que se olvidan de Judas y su suerte suicida por arrepentimiento activo.  A ellos quizás les espere, no la muerte física del ahorcamiento, ésto jamás, sino la tumba del deshonor, la deslealtad y la traición.

El Río Dajabón, a su decir, desapareció como río nuestro:  Sus aguas correrán por un canal “hecho contra vientos y mareas”, según se lee en el más importante diario de nuestro país, como censura; las voces más notables, de su parte, hablando de la supuesta imposición de la voluntad de Haití, como si estuvieran reconociéndoles a las pandillas de bandoleros los bríos sanguinarios de Dessalines, de Christophe, y de otros tantos jerarcas de los primeros tiempos, de los cuales nos liberáramos por el pensamiento sublime y los esfuerzos denodados de Duarte y su gente inmensa, los próceres y mártires de la República Dominicana. 

Qué pena he sentido al ver a un hombre bueno, decente y bien dotado, que llegó a ser siendo muy joven una muestra  brillante de experiencias de Estado, Leonel Fernández, amigo personal entrañable que ha sido de este humilde cristiano.  Cuando alguien de mi familia vio cierta congoja, me preguntó:  “Cómo explica usted este último extravío de Leonel Fernández?  ¿Tiene acaso alguna excusa para desertar de ese deber esencial de servir a la República, de lo que usted tanto habla?”

Y entonces, en la paz de este día no quise ofrecer frases ni juicios fuertes de esos que tanto pululan en las riñas políticas y respondí:  ¿Quieres que te diga qué es lo que percibo y aprecio?  Imagínate un pintor de fama eterna, un Rafael o un Miguel Ángel, y verás que este hombre joven fue capaz de intentarlo haciendo un autorretrato con sus méritos y cualidades de niveles históricos ya:  Tres veces Presidente de su país, apoyo popular masivo en primera vuelta sobre más de la mitad de los votantes y cuando estaba a punto de terminar la obra gloriosamente de su inscripción definitiva en la historia, sembrando la esperanza en su pueblo de que él alcanzaría también la cota procera del maestro, cuando saliera a fundar un nuevo partido, verde como la esperanza, y de repente se olvidó de las razones que le asistieron para apartarse del pantano de las cúpulas mafiosas y volvió mansamente a ellas, en detrimento de las ilusiones mejores del pueblo de que, al fin, se haría justicia y quedaría aniquilada la impunidad como licencia perversa.

Ya escrito estaba todo ésto que precede un Viernes Santo y llegó a velocidad de rayo la información patente de que el Río Dajabón se rehusaba a ser robado y se quedaba entre nosotros con sus aguas, como un buen dominicano de siempre; que no aceptaba desaparecer de una parte desde su lecho largo, inmemorial.

¿Qué había ocurrido?       Que un gobernante dominicano, también joven, les había dicho a los ladrones de ríos, y con ello al mundo, que no toleraría que se continuara con el abuso de un zanjón para desviar el agua de su cauce, el que Dios le diera en una montaña nuestra. No hicieron caso y, al contrario, se divirtieron hasta el frenesí con la ocurrencia pretenciosa.

Lo de La Vigía, que estaba atenta en la medición de la temeridad perversa que impulsaba el abuso, les pareció un chiste; ridículo gesto electorero, porque estaban convencidos de que, al final, Haití impondría su atrevimiento. No fue así: el Masacre se puede seguir pasando a pie por el zanjón, como por su viejo cauce lo hacía, según la inolvidable novela nuestra.

Ahora están dadas las condiciones para que revienten los conflictos y las Pandillas Asesinas están cumpliendo una evolución que desde La Pregunta se advirtiera hace ya largo tiempo.  Son tan poderosas y dominan de tal forma aquel turbulento ambiente que, incluso, cuando celebran un acuerdo anunciado como grandioso en Jamaica al seleccionar cuidadosamente las élites tecnocráticas y académicas “que vendrían en la transición a imponer el orden y restablecer la posibilidad democrática”, las Pandillas hacen una exigencia a la Comunidad Internacional “que tienen que informarles en detalle cómo se harán las cosas.” Mientras tanto, mantienen el suspense de miseria, violencias y atrocidades en su tarea de rebozar aquel cáliz de desventura con el que el egoísmo y la crueldad de las Potencias buscan borrarnos de la tierra.

Aguardan, torvos, el momento de engendrar sus hordas y lanzarlas a patear nuestro sosiego.  Saben bien, ciertamente, que la decisión nuestra no la detendrán ni las oscuras maquinaciones de los poderes fácticos de las conveniencias indecentes, ni un quehacer político moribundo, incapaz de responder a la Patria.

En definitiva, tuve que agregar a mis sentimientos de Viernes Santo que describo, al principio, sólo algunas de las nuevas modalidades de las desgracias que se nos tienen programadas.

Lo creí válido a pesar de mi tristeza, quizás más por ella, como una manera de no reprimir mi voz de protesta ante este penoso espectáculo de las traiciones. 

Debo detenerme, no obstante, y formular mi pregunta firmemente, pues así puedo recoger de algún modo los términos fuertes que merece mi reproche, hijo del desencanto ante tantas cosas que me impulsan hacia atrás en el afecto.  ¿Creen ustedes que no es válido hacer reflexiones sobre la suerte nacional haciendo símiles con el calvario entre el horror de su injusticia y los peligros del presente?   Si así les parece, perdónenme, pero en el momento en que escribí ésto sólo salían de mi espíritu nobles sentimientos. Comprendan las magnitudes de mis decepciones, sólo contenidas por la esperanza trascendente de servirle a la causa nacional hasta la muerte.  Dios seguirá siendo mi testigo y a la vez mi Juez supremo.

Rendición de Cuentas en la Semana Mayor

Rendición de Cuentas en la Semana Mayor

Escogí esta fecha deliberadamente para presentar cien títulos de entregas de mi blog La Pregunta, en las cuales el tema ha sido la cuestión de Haití.  Datan del año 2017 hasta este Marzo que expira.  Lo hago así porque al presentarse los últimos acontecimientos he querido rendir cuentas en cuanto al cumplimiento del deber de servirle a la República, ante los graves riesgos que corre su suerte.

Si se observan los títulos y sus fechas precisas, se comprueba la persistencia con que me dediqué a analizar todas las implicaciones que surgieran durante estos últimos siete años en las tormentosas relaciones con Haití; cómo fui advirtiendo de cuanto vendría como desgracia nuestra, que somos el objetivo final de una siniestra trama de ONU, destinada a hacernos desaparecer por absorción o fusión, con los escombros que ella misma contribuyó a producir como co-autora de ese Crimen Internacional, sin precedentes, que es la tragedia haitiana.

Es decir, nunca vacilé, un minuto siquiera, para señalar a ONU como una alevosa “cueva de trampas” que se prestó en forma activa y condenable a servir de engañosa pantalla de tres Naciones poderosas y conjurarse en forma implícita con la presencia ominosa del Crimen Organizado que gobierna a Haití desde hace décadas.

Llamé “Pacto Implícito”, no necesariamente acordado como cuestión previa, para destruir definitivamente a Haití como Estado y para eso supieron dirigir atrocidades tales como una ocupación militar multinacional de trece años, no sólo estéril en todos los sentidos, sino capaz de engendrar un hondo vacío de poder, que pasara a ser el escenario de operaciones de numerosas y sanguinarias Pandillas Asesinas que han servido de instrumento para aterrorizar una población inocente, mediante asesinatos, por decenas de miles, secuestros, violaciones en manadas salvajes, incendios y desolación.

Cuando se hizo inaplazable llegar a crear ese vacío de Poder, se cometió un Magnicidio y se proveyó armamento de última generación a los pandilleros, que terminaron por dominar y controlar el territorio en un ochenta por ciento.  La experiencia ha sido la de un mar de sangre y desesperación, que hace recordar al de Uganda y Burundi, éste en el centro mismo del Caribe, que ha sido en realidad obra maestra de la mal llamada Comunidad Internacional.  La misma indiferencia genocida del caso africano, aplicada con crueldad en el Caribe en forma ignominiosa.

Pues bien, ahora, en estos mismos instantes, esa ONU nos exige “no deportar un ilegal más” y llega al colmo de activar su artero y mendaz ACNUR para plantear que debemos obedecer a la exigencia de recibir a millares, o millones, de Refugiados haitianos, desmovilizados por los tremendos desórdenes criminales que ella misma ha estado cobijando.

Pero, debo hacer un paréntesis para incorporar a esta entrega sus cien hermanas precedentes y así hacer la prueba del tiempo que tienen, más de denuncia criminal que como advertencias.  Todas versan acerca de este Crimen Internacional incalificable, cuyos autores conjurados en trama desconocen cuáles serán nuestras últimas reacciones ante su cinismo criminoso.  Veamos:

1. 20-03-2024. La Molienda está en pie

2. 13-03-2024 Tiempos raros de ayer son ya claros

3. 06-02-2024 Reflexiones entre Guerras mundiales, regionales e insulares

4. 31-01-2024 La Cuestión de Haití, según se dice todavía.

5. 17-01-2024 Metamorfosis se lo insular a lo regional y mundial.

6. 10-01-2024 Un nuevo Año Crucial.

7. 15-11-2023 Incidentes que despejan Sombras.

8. 08-11-2023 Enigmas del Presente y realidades duras.

9. 25-10-2023 La Comisión por Omisión en los crímenes de ejecución contínua es importante. 

10. 04-10-2023 Nieblas de una actualidad tormentosa.

11. 27-09-2023  Un Documento Dirimente.

12. 20-08-2023 Una yola de engaños para el Masacre que se pasa a pie.

13. 13-08-2023. Es éste un tiempo difícil.

14. 06-09-2023 Acerca de un oscuro Rescate.

15. 31-07-2023 al 23-08-2023  Meditaciones al filo de las Circunstancias Nacionales, I, Ii, III y IV.  

16. 12-07-2023 La Hipocresía gigantesca está en boga como nunca.

17. 28-06-2023 Los Caminos se oscurecen.

18. 24-05-2023 Un Desgaste vital y el Hastío.

19. 29-03-2023. Los Ejes del momento.

20. 15-03-2023 Para quién ha sido el Desaire?

21. 07-03-2023 La Intransigencia es Nociva.

22. 22-02-2023 Cuando la Unidad Nacional parece quimérica, el Discurso en Asamblea es muy comprometedor.

23. 15-02-2023 Para que quede un rastro de mis Posiciones.

24. 07-02-2023 Un Fallo Memorable alimentó mi sana vehemencia.

25.  01-02-2023. Se fue Enero y siguen las Sombras.

26. 25-91-2023 Mi Tesis sobre los desenlaces posibles en la Isla.

27. 18-01-2023. Asear los principios siquiera.

28. 14-12-2022 Son éstas Divagaciones? Los Peligros son ciertos.

29. 07-12-2022 Las Definiciones son Necesarias.

30. 25-11-2022 El Peligro Geopolítico nuestro, de hoy.

31. 16-11-2022 Angustia, en lugar de asombro, en medio de las Incertidumbres.

32.  09-11-2022 La Desorientación Nacional como Ejemplo de la Trama.

33. 26-10-2022  Son inútiles los esfuerzos, pese a ser sagrados?

34. 19-10-2022 No está bueno el Camino.

35. 05-10-2022 Falta la chispa únicamente.

36. 31-08-2022 La prematura Guerra Electoral.

37. 24-08-2022 Testimonios esenciales para nuestra defensa, siempre que los sepamos escrutar.

38. 10-08-2022 Entre los tumbos del mundo, pienso.

39. 06-07-2022 Acerca de mis propósitos en esto que escribo.

40.  29-06-2022 ¿Por qué publicar el Informe de Insight Crime in extenso? La Región, estremecida como nunca, lo impone.

41. 26-06—2022 Texto íntegro Acto Alguacil de FNP a ACIS intimándole a dejar sin efecto Convenio con Consulado Haití en Santiago.

42. 22-06-2022 Reflexiones personales en estos tiempos.

43. 15-06-2022 Gobernar es muy difícil.

44. 08-06-2022 “Los vecindarios armados de Hamilton”, ya están en Haití.

45. 25-05-2022 El viaje a Suiza y la Divina Providencia que nos protege.

46.  18-05-2022 Mi insistencia nunca será excesiva.

47. 11-05-2022 Exhortaciones en medio de la crisis más velada.

48. 04-05-2022 Los Ejes de la carreta de la Patria

49. 27-04-2022 Reminiscencias acerca del 24 de Abril heroico del año ´65.

50. 20-04-2022 Los Intereses Fundamentales de la Nación y el vigoroso Ministerio Público de cúpula con que cuenta.

51. 06-04-2022 “Mi país está vendido, esto basta.” Sánchez, Padre de la Patria. Mártir de El Cercado.

52. 02-03-2022 La Madre como testigo esencial para comprender verdades.

53. 09-02-2022 La Incertidumbre y el Limbo.

54. 26-01-2022 Hilar fino en la Región.

55. 15-12-2021 La Maldad ha sido Eje

56. 08-12-2021 Lecciones de la Adversidad.

57. 17-11-2021 Los Ejércitos y sus Bandas Criminales, ¿qué plan siniestro hay detrás?

58.  03-11-2021 Unidad Versus Trama

59.  27-10-2021 Recuento de Maquinaciones en tiempo de Pandemia.

60. 13-10-2021 Terrible el consumo, terrible su comercialización, la Marihuana. Son dos taras, en todo caso.

61. 06-10-2021 La Taras terribles no vinieron solas.

62.  28-07-2021 Los Enigmas recrecidos de este tiempo.

63. 21-07-2021 Los Hechos y sus pisadas de Animal Grande.

64. 14-07-2021 La Paciencia necesaria ante la grave fluidez de los hechos.

65. 23-06-2021 Un tiempo así es delicado.

66. 16-06-2021 Rogelio, el picapleitos.

67. 02-06-2021 El Virus, sus silencios y soledades.

68. 05-03-2021 Tribuna de la Patria.

69.  09-12-2020 Una buena lectura, inesperada por cierto.

70. 02-12-2020 El Torbellino de las Crisis.

71. 11-11-2020 Elecciones Enigmáticas.

72. 19-08-2020 Cambio de Gobierno, hora del pensar profundo.

73. 18-12-2019 Días Inescrutables.

74- 11-12-2019 Ajuste reflexivo de cuentas.

75. 04-12-2019 La validez de la siembra de ilusiones cuando obra la buena fé.

76. 25-09-2019 La Edad del Conflicto entre nosotros.

77. 27-08-2019 Reflexionar en la Algarada

78. 26-06-2019 El Debate Nacional y sus falencias.

79. 27-03-2019 El Himno mutilado. La elocuencia de su silencio.

80.26-12-2018 Dos Inteligencias superiores y el aumento de nuestros peligros.

81. 19-12-2018 Se despejan incertidumbres y faltan cosas por hacer.

82. 12-12-2018 La Fallida Extremaunción de Marruecos.

83. 05-12-2018 Las letales Incertidumbres y la palabra ausente del Presidente.

84. 21-11-2018 Pedro y el peligro de un Bogotazo.

85. 14-11-2018 Todo muy aciago.

86. 03.10.2018 La Tribuna Mundial y sus Discursos.

87. 29-08-2018 La Maldición de las Discordias.

88. 08-08-2018 Síntomas Sombríos.

89. 06-06-2018 y 13-06-2018 Ambiente Nacional Enrarecido I y II.

90. 09-05-2018 Hilar fino ante los Enigmas.

91. 11-04-2018 Algún provecho tiene la Infamia.

92- 14-03-2018 Cima y Valle.

93. 07-03-2018 Un Presente Enigmático.

94.  29-11-2017 y 06-12-2017 Mis Advertencias Globales I y II.

Sé muy bien que el método que utilizo es tan singular, quizás extraño, que me obliga a ponderar ese esqueleto valioso de la anatomía de mis esfuerzos haciendo algunas acotaciones que ayuden a la estabilidad de mis planteamientos.

Lo hago en la misma Semana Mayor porque mi fe cristiana, la que comencé a abrevar en las inolvidables enseñanzas de mi santa Madre, así me lo aconseja.  Es el tiempo más exigente de la lealtad debida en todo cuanto se exprese o escriba.  Una modalidad muy íntima de la conciencia, abrazada al compromiso de no darle paso a maldad alguna, porque es tiempo del Señor.

Desde luego, esos hechos previstos y denunciados en esas cien entregas contienen los análisis de la presencia de China y Rusia como parte de una nueva configuración de los componentes de la Geopolítica, que ya viene desde el seno del Consejo de Inseguridad de la ONU, matrona tramposa, ofreciendo nuevas perspectivas frontalmente contrapuestas a los designios de la Geopolítica tradicional.

Debo echar por delante algunos juicios sobre ésto, a fin de animar la lectura de mis advertencias, que no deben ser desoídas, no por la honradez con que pueda proponerlas, sino por la obviedad de los hechos incontestables que nos agreden y ofenden.

Comenzaré por decir, que no hay guerra civil en Haití y ésto es bien sensible, porque se trata del elemento constitutivo indispensable para que se pueda hablar, siquiera, de un estatuto supuesto de Refugiados que el ACNUR, aleve como siempre, trata de esgrimir; decir, además, que las Superpotencias nuevas se han opuesto a la intervención militar porque, a su decir, “no es eso lo que el pueblo haitiano desea”; aguardan una toma de poder que pueda establecer un “Régimen Democrático del Socialismo del Siglo 21”.   

Debo retener, asimismo, que las otras grandes Naciones de la Geopolítica tradicional le tendieron una trampa mediante una Resolución muy oscura de “Estados Voluntarios”, que supuestamente vendrían a pacificar a Haití.  Pero la madre que la pariera, ONU, se alejó de su criatura y la hizo “ajena”, sabedora de las atrocidades que podrían concurrir a ese infierno. 

Debo decir, también, para apuntalar la validez de muchas de las advertencias, que el diseño Clinton, de los tiempos tortuosos de Aristide, fue sustituido por el diseño Obama y, de repente, surgió Kenia. 

Esta Nación africana decidió vacilar porque sus Cortes y fuerzas de oposición a su gobierno consideraron “una aventura arriesgada venir a Haití”; firmaron, no obstante, un acuerdo con un supuesto Primer Ministro del desastre, para poder enviar, bien sus mil policías prometidos originalmente, ora los cuatro mil soldados de sus ejércitos, pero ocurrió que su interlocutor firmante no pudo regresar porque el aeropuerto de Puerto Príncipe estaba tomado o bajo fuego posible de las Pandillas Criminales.

Así las cosas, se fueron a Jamaica y allí el CARICOM acordó designar un Consejo de nueve representantes de movimientos políticos, que son cerca de doscientos, según se dice, y de repente Canadá y Estados Unidos ofrecen con presteza aparente enviar sus ejércitos formales, lo que me lleva a preguntar:  ¿Vendrían bajo la oscura Resolución  que daba permiso a una especie de Legión Extranjera? ¿O, por el contrario, tratarían de ampararse en un nuevo mandato del Consejo de Inseguridad, desafiando a los Vetos de China y Rusia?   

En fin, una vergonzosa muestra de las maquinaciones de que son capaces las naciones poderosas, desde su cueva de trampas de ONU.  Total, República Dominicana está señalada como la víctima fundamentalmente programada.  Es ésta la verdad profunda.

¿Qué debemos hacer?  Luis Abinader, Presidente de la República, le dijo a la BBC Mundo en forma enfática “No a los Refugiados”, “No a la cesación de la deportación de los ilegales”.  Lo único que le  faltó fue romper definitivamente con ONU y decirle cosas como éstas: ¿Quieren ustedes suprimir el espanto de los desplazados por el crimen? Vayan con sus ejércitos y desarmen sus propias pandillas; incluso, ofrézcanles su amnistía, que tanto anhelan, porque, de seguro, no podrían hacer resistencia a una ocupación de ejércitos.  Entonces, ustedes verán la paz y seguridad, tan perdidas allá. Prepárense a trabajar un Fideicomiso verdadero al que acudan todas las Potencias de la tierra, que están en condiciones de hacer justicia mundial nunca vista.

Es más, decirles:  Estuve advirtiéndolo durante años.    ¿O es que acaso ustedes no son sinceros y otros son sus designios?  ¿Somos nosotros el objetivo verdadero?  Les dije que no cederemos en nuestra defensa. 

Cuando llegue el momento crucial que se aproxima, el Presidente Luis Abinader tendrá ese camino de dos vías, una, que podría conducirle a la gloria; y otra, que irremediable lo llevaría a la ruina de su reputación.  Que no pierda de vista ésto, pues el pueblo respaldará sólo los gestos heroicos y los sacrificios inmolatorios, toda vez que está ya considerando tan grave la agresión que nadie debe dudar de su defensa legítima para gloria de la Patria.

Pero, hago un alto, consciente de que me he excedido, quizás, en el apuntalamiento de mis advertencias, dado que este tiempo de la Semana Mayor para los cristianos debe ser reservado estrictamente para la oración, la meditación y los mejores ejercicios de conciencia.

Mi única pregunta de hoy:  ¿Creen ustedes que nos es posible a nosotros, sencillos siervos, encontrar un árbitro mayor que el Señor?  A él me atengo.

La molienda está en pie

La molienda está en pie

No son pocos los que prefieren que este tiempo no sea la nueva realidad; querrían que prosiguiera el limbo para mantener los peligros nacionales como algo fantasioso,  inexistentes. 

En verdad, se nos secuestró el instinto de conservación y se pudo urdir la trama plenamente sin que se sintieran preocupaciones mayores que nos despertaran.

La traición, de su parte, supo crecer con la aprobación implícita y generalizada que podría esperarse para una obra de arte y el dominicano que osare advertir sobre los grandes riesgos nacionales, la precariedad de nuestra Soberanía y la vulnerabilidad de nuestro territorio, sólo era “un necio fabulador”, “racista rematado”, que       buscaba alguna figuración inmerecida.

Todo estaba en orden, a su entender, y sólo faltaba olvidarse totalmente de aquella ficción “que fuera desde el principio República Dominicana”.  Vendrían otros tiempos de verdadero progreso para las dos Naciones de la Isla, porque todo estaría a cargo de sectores privados autoproclamados como esclarecidos, que sabrían repartirse la golosa tortilla del mercado compartido porque sólo así se podría alcanzar una convivencia feliz y placentera.

No se temió a la asociación de capitales extranjeros de una extracción de escandaloso linaje mafioso, según se ha comprobado desde hace más de cuatro décadas de operaciones de las organizaciones criminales más notables del mundo, que se convirtieron en el real e invisible Estado haitiano gracias a un quehacer político envilecido y a un empresariado, siervo de sus capitales.

Recuerdo cuando comencé, ya hace mucho tiempo, a denunciar que se estaba dando un fenómeno detestable constituido por un Pacto Implícito, no negociado de antemano necesariamente, entre: ONU, Estados Unidos, Canadá, Francia y el Narcotráfico mundial a grupas de su Crimen Organizado, lo que vendría a generar una coincidencia nefasta de propósitos horribles contra la suerte nacional.

Sólo merecí como atención, claro está, el desprecio de las murmuraciones de algunos sectores turbios del empresariado nuestro y de un perverso escepticismo bien calculado del litoral político.

Colapsó totalmente aquel engendro de sueño y se le abrió paso a un sanguinario vacío de poder que forzaría el aumento del derrame de población sobre nuestro territorio, como una manera de injertar legiones de seres humanos empavorecidos como una Nación subyacente de la nuestra; obviamente, algo que conduciría de forma inexorable a la fusión, no de las Naciones superpuestas, cosa algo menos que imposible, sino a un sólo marco estatal, binacional, que sería todo pura retórica, pues lo dominante era satisfacer a todas las partes involucradas, cada una con sus trastornos, tanto de necesidades de contener migraciones indeseables, como el macro crimen internacional de la droga en procura de sus infraestructuras mayores para aumentar los éxitos hazañosos de sus siniestras negociaciones.  Todo ello implicaba, desde luego, la necesidad de desaparecernos.

Un proyecto demoníaco de Potencias de la tierra que se declaraban vencidas ante su propio desorden, y así, un fracaso tras otro, supieron superar las dificultades supuestamente “ para asegurar la paz y la seguridad”, algo que terminara por ser  tan catastrófico como lo fuera aquel genocidio de Uganda, cuya autoría estará en la historia atribuida netamente a la ONU y las Potencias de la tierra.

Se vio claro, no obstante, cuanto trajeran las fuerzas militares multilaterales de Minustah y en lugar de cumplir el muy limitado mandato de ONU, se retiraron un día cualquiera aborreciendo de ese “Estado Nación perdido, “donde no había nada qué hacer ni buscar”, asegurando que “nunca más volverían en su auxilio”.

Mendaz todo el tiempo, Haití resultó una víctima enorme, como desastre irreparable, en esa derrota del organismo mundial que ahora se debate en forma obscena tratando de tutelar circunstancias dentro de una composición del Cortejo

Geopolítico que controla, de algún modo, las iniciativas posibles de un rescate verdadero.

En efecto, ya hay intereses presentes de nuevas y poderosas Naciones con poder de Veto en su Consejo de Seguridad y se asume el ridículo giro de refugiarse en Caricom, llegando hasta a poner de lado al organismo Regional, la tristemente célebre OEA, porque sabe bien que el resto de América Latina, con las tres excepciones consabidas, no está dispuesto a involucrar sus ejércitos en una experiencia que mucho tendría como tara la configuración de Legión Extranjera.

Vale decir, que se está en presencia más bien de un siniestro intento de regionalizar parcialmente el conflicto al nivel de las islas menores del Caribe, para procurar falsas soluciones imaginando una transición inverosímil.

Claro está, apareció una iniciativa capaz de respetabilizar la malicia y las Cancillerías de Canadá y México acudieron a Jamaica, con sus preocupaciones dominantes de la corriente migratoria mundialmente repudiada de población haitiana anegada de sangre y privaciones.  Kenia, desde África, aguarda que se establezca el esperpento de algo que huela a Estado para poder consentir la ocupación policial y militar de sus fuerzas, sobre todo ahora que Estados Unidos acaba de anunciar 300 millones de dólares para favorecer su implantación; 50 más de los 250 que se exigieran antes de que sus Cortes negaran la posibilidad de enviar sus soldados y policías a esa “riesgosa aventura”.  Fueron sus razones y fundamentos para negarse.

¿Transición hacia qué democracia?  ¿Acaso la ha tenido Haití en algún tiempo anterior?  El hecho es que sus pandillas han sido crisálidas de “una revolución sanguinaria, jamás pacífica”, según afirmara uno de sus líderes más violentos.  Tal es la guerra civil que se espera para poder llegar al nivel de catástrofe humanitaria en toda la isla, una vez nuestros ejércitos se empeñaren en contener el aplastamiento caótico de nuestra integridad territorial y soberanía. 

Esa es la verdad monda y lironda:  el verdadero y único plan de la Geopolítica tradicional se ha encontrado con el fantasma de un Socialismo del Siglo 21, que tiene palio establecido ya, lo que hace las bregas más complejas y arriesgadas para todos; más para los poderosos de la órbita mundial, que para los débiles de la insular y, porqué no, de lo regional, que no deja de hervir en amenazas de algo todavía peor, como lo serían confrontaciones de ejércitos formales, que se han venido apertrechando y entrenando desde hace mucho tiempo en los Estados Naciones que se oponen con abierta virulencia a todo anuncio siquiera de intervención militar en Haití, porque “Haití no es eso lo que quiere”; su pueblo destrozado podría mejor aspirar a la disciplina inherente de una administración del Socialismo del Siglo 21, ésto porque, incluso, tanto China como Rusia han mostrado interés de hacer por separado inversiones del orden de 15 mil y 4 mil millones de dólares, respectivamente.

Así las cosas, se puede comprender el título de esta entrega “La Molienda está en pie” y quienes se rehúsan a entender ese trasfondo y sus implicaciones lo que hacen es preferir, como digo al principio, ignorar esa nueva realidad tan brutal anhelando volver al limbo precedente de soñar con que “habría una isla feliz, libre de tormentas espantosas”, sólo si ellos, “innovadores y eficientes”, se hicieran cargo de un vasto mercado de consumo.

Esos turbios exponentes nuestros de los poderes fácticos que todavía creen que los mercados pueden, con sus ambiciosas expansiones del lucro, poner de lado la patria y sus fronteras físicas y jurídicas, que no sueñen.  El pueblo profundo nuestro “en la bajadita” les espera.

La Nación se va poniendo en pie de lucha y no valdrán de nada las vilezas para impedir los ideales, tal como ha sido siempre.  No servirán los empeños por adocenar los debates y banalizar los temas en las penosas reyertas del quehacer político nuestro.  La realidad de los sacrificios se impondrá y ya veremos cuánto de noble hay en nuestro pueblo al margen del sainete de luchas mezquinas de intereses indecentes.

Es una hora suprema la que se acerca.  Lo interesante de los análisis de este presente reside en que, fuere cual fuere la “salida” que se lograre fijar como “solución”, seguiría siendo un adefesio en precario y los peligros no sabrán desaparecer; al contrario, se aumentarán, pues lo de Haití no se resuelve como se ha fingido vanamente con los medios propuestos.

Dos opciones únicas existen en verdad, a mi modo de  entender, para contener eso que se muestra como una “estampida migratoria”, no sólo en la modalidad explicada de invasión y ocupación en hordas en perjuicio letal nuestro, sino que seguirá siendo infección incesante en otros muchos predios de una América alérgica y arrogante a su desgraciada presencia.  Ninguno de esos manidos métodos alcanzaría a rescatar del naufragio a aquel pobre pueblo destruido por todos los desprecios.

Las únicas iniciativas que advierto como posibles sé muy bien que están muy lejos, sencillamente porque son las únicas sinceras:  Un Fideicomiso pleno, capaz de reorganizar la nueva versión de Haití, introduciendo bajo dirección internacional iniciativas portentosas para resucitar sus suelos; montar fábricas importantes, generadoras de empleos; zonas francas extensas y formar legiones de maestros, médicos, para servir en escuelas y hospitales a construir; sobre todo, convocar a su Diáspora para que vuelva y arrime su hombro vigoroso a la salvación de su pueblo, aunque sólo a la distancia, como quimera.

Naturalmente, para ello se haría indispensable descompresionar la superpoblación y obedecer a las valiosas recomendaciones de aquel insigne Informe de la ONU del año ´49 del pasado siglo, que “apreciaba como inviable a Haití y recomendaba la emigración ordenada de familias enteras hacia otros pueblos que dispusieran de espacios y suelos feraces”.

En los sufrimientos de hoy, ciertamente, sólo se puede pensar en la salvación de ese pueblo si la Patria primaria y remota de África abre los brazos y reciba una parte significativa de la descongestión demográfica y las Potencias, que tantas inversiones están haciendo en las infraestructuras de aquel poderoso Continente que emerge, se encargaran de proveer los fondos y administrarlos para acomodar y proteger los milagrosos asentamientos, que dejarían de ser quimera.  Allí están los espacios territoriales suficientes, así como los recursos formidables que velan las Potencias, a la cabeza China, que está haciendo obras de infraestructuras colosales.  Por ahí puede andar el asombro eventual del mundo, si se decidieran a obrar sin hipocresía, sólo obedeciendo a principios superiores civilizatorios que  ellos pueden llevar a ser realidades consistentes.

En medio de esas cavilaciones me llegan recuerdos, uno de ellos el de una entrevista de hace algunos años que sostuviera, bipersonal y prolongada, con un personaje importante de Norteamérica, el General Barry McCaffrey, llamado entonces propiamente como un “Zar de la lucha Antidroga”.  En esa ocasión me permití plantearle con cierta acritud que si podía explicarme cómo su país había consentido que el mandato que se aprobara en el Consejo de Seguridad para establecer la Minustah, no incluyera la droga, pese a que ONU, cuando era verdaderamente ONU, en el año de 1961, había declarado su comercialización en su Resolución Única como “Crimen de Lesa Humanidad”.  Le pedí una respuesta y sólo asintió con un rubor honesto al exclamar: “Imperdonable”.

En el año ´49, por otra parte, se había pensado en las Guyanas, pero hoy ésto es algo menos que imposible, porque de ello hace 75 años y han evolucionado esos pueblos y ya se trata de Nación organizada, con recursos de todo género, en capacidad de hombrearse y disputar con Naciones históricas de América, como Venezuela.

Por ello es que me pregunto: ¿En quién se podría pensar hoy?  En el Continente mayor de la tierra, África, que también está en caminos auspiciosos de un progreso insospechado; que tiene todos los recursos conocidos y el apoyo sobresaliente en infraestructuras de China, así como la compañía de menor intensidad de Rusia, que en medio de su guerra viene al Caribe y permanece muy presente.  Pero admito que no se podría pensar en los espacios de descompresión de Haití para implantarlos en Rusia, con su frontera de frío.  África es para el pueblo haitiano su raíz profunda y sería un ejemplo el que diera la humanidad abatiendo el calvario de Haití, organizando el regreso de parte de su población a su amada tierra.

Pero, no debo delirar y, repito, que lo más preocupante de todo este desastre es la hipocresía de quienes asisten supuestamente a la salvación de Haití.  América Continental no ha dejado una duda de que sus gobernantes no están dispuestos a enrolar sus fuerzas militares para hacer las veces de torniquete en la tragedia de aquella hemorragia de Nación moribunda, privada del marco de Estado, bajo la férula de un Narco de escala mundial, que desde hace ya mucho tiempo maneja y controla su economía y política en el vientre mismo de Estados Unidos.

Vuelvo a la vergonzosa permanencia de Minustah que durara trece años, pero no le sirvió de amarga lección a ese decadente Organismo internacional que es ONU para que no intentara una trampa más.  Ni siquiera cuando los ejércitos del Himalaya vinieron hibridados en el gran engaño, sólo para traer el Cólera al Caribe y escandalizar el fracaso revestido de un falso traje misionero.

El Norte todo, sabía hasta la saciedad de la existencia del Narcoestado colapsado, pero el mandato no incluyó su persecución y castigo y lo asumió como un eje auxiliar disimulado pero provechoso de la aberrante economía del martirizado pueblo haitiano.  Estados Unidos fue particularmente miope y soslayó la tragedia al olvidar que ONU, en el tiempo aquel en que era respetable, dictara la Resolución Única, allá por el año ´62, según dije, declarando la droga “Crimen de Lesa Humanidad”.

Hoy, la caricatura que queda de ONU, totalmente desacreditada, es la que autoriza a los “Estados Voluntarios” para venir con fuerzas a Haití, sin avergonzarse de que la propia Resolución declaraba la iniciativa ajena a ella, consciente de que el oscuro mandato de consentimiento para que se pacifique allí y se desarme a sus propias pandillas asesinas, que hoy han terminado de declararse como “fuerzas de una revolución sanguinaria, no pacífica”, es una “arriesgada aventura”, tal como la apreciara la Corte Suprema de Kenia.

Esa cueva de trampas de ONU es la que propicia con su asqueante amparo todo esto.  La que nos pide dos cosas, que más bien trata de imponerlas:  cómo renunciar al poder soberano de repatriar los ilegales invasores suyos, fruto del espanto del crimen del derrame de población por ella inducido; y, al mismo tiempo, anuncia como un hecho un “corredor aéreo” desde nuestro territorio, de “propósitos humanitarios” por la hambruna abrasadora que azota a aquel pueblo llevado al papel terrible de horda inminente.

¿Por qué no parten desde Puerto Rico o Florida sus aviones? ¿O México, que tanto se ha activado luego de ver de cerca las marchas de los desesperados?  La verdadera meta de ONU es mundializar la percepción de tragedia humanitaria incontrolable, a imagen y semejanza de lo que ocurre en Gaza, y si nuestros ejércitos acuden al cumplimiento de sus deberes, invadir la isla declarándola en una generalizada emergencia de índole mundial.

República Dominicana es el objetivo; es ese el diseño verdadero.  Tiene, ciertamente, los obstáculos de los Vetos de Rusia y China, que también aguardan, junto a sus otros ahijados de la Región, su brecha de quedarse con su Socialismo del Siglo 21 y nosotros por aquí todavía dormidos, mientras arden esas praderas.

La Unidad Nacional imposible es la revelación final de lo inservible de nuestro quehacer político. 

Termino mis meditaciones haciendo una rememoración muy sensitiva en mi familia, cuando mi padre en el año 12 del pasado siglo, preso y engrillado en la Cárcel de la Fortaleza San Luis de Santiago, durante una revolución que durara más de un año, escribiera lo siguiente: “Nuestra Constitución política descansa en una base mentirosa. Mentira en la elección; mentira en la Constitución; mentira en el Ejecutivo; mentira en el Legislativo, mentira crasa en la justicia; mentira irritante en los partidos políticos; mentira carnavalesca en la prensa.  La falta de lógica, de sinceridad, en todo, nos pierde irremisiblemente.”

Con esto me freno para preguntarme:  ¿Creen ustedes que son divagaciones pesimistas las que escribo?  ¿Las entienden como algo superficial, como nos mantiene todavía el limbo que abate la realidad cruda del presente?  Me someto al tosco instinto que me lleva a expresar: “La molienda está en pie”.  El tiempo dirá muy prontamente cuáles son los valores y principios demolidos y cuál será el alcance de la hidalguía enérgica de los hijos de esta tierra para salvarla de tantas y mortales ofensas. Dios sobre todas las cosas es nuestro escudo.

TIEMPOS RAROS DE AYER SON YA CLAROS

TIEMPOS RAROS DE AYER SON YA CLAROS

Fueron días raros éstos del tiempo de post Pandemia.  Se sentía en su silencio que desde adentro invadían deseos de moverse las ideas que llegaban buscando trascender; como si se empujaran entre sí para ser escritas y darse a conocer; casi todas las mías las vi apacibles, serenas, pero fuertes, como diciéndome que no les callara, que debían ser expresadas, que son muchos los problemas, que les permitiera salir a pelear las características de los peligros, que no eran como llegamos a imaginar; que son más graves y se acercan conflictos y sinsabores insospechados.

En verdad, es un estado espiritual el que experimento muy cercano al de las batallas que llegué a imaginar como obligación de otros muchos de los nuestros, que vendrían en generaciones futuras; ocurre que no; es ahora mismo cuando se está en presencia, cara a cara, con la hecatombe.

Lo de Haití comenzó a declarar plenamente cuanto ha sido: una trampa mortal para nosotros.  Olvidémonos pues de las quejas; pasemos a las acciones de organizar nuestra defensa; no hay tiempo qué perder porque el escenario de la tragedia al final será la Isla toda.

Nosotros hemos estado en la mira del cinismo de los poderosos que están dirigiendo la gran trama de nuestra desaparición, sin importarles nuestros méritos; los que fomentaron el caos de allá para escalar su maldad hacia nuestra paz a derribar como algo indispensable para sus propósitos y hundirnos y así poder disponer de nuestra existencia a su antojo.

Ha sido muy prolongado el tiempo de las maquinaciones destructivas, pero tenemos que admitir que fueron muy sostenidas, porque encontraron en la traición todos los elementos convenientes para ir armando el azaroso final que se aproxima.

Así las cosas, tenemos que entender que contamos con nuestros ejércitos actuales, el de uniforme, depositario de las armas de la República, y el informal del pueblo, que tan sublime se hace cuando se allega a sus soldados y comparte con éstos todos los azares de la guerra.

El Presidente de la República ha dado muestras primarias de valor frente a las adversidades de nuestra suerte.  Esto es provechoso que así sea, pero necesita acompañar sus alegatos y posiciones en un contexto de Unidad Nacional blindado; ello implica depurar sobre la marcha las lealtades y traiciones posibles.  Es hora de definición, no hay lugar para engañosas vacilaciones: se está con la Patria o contra ella.

¿Cuál es una dimensión previsible de las dificultades que estarían de por medio, obedeciendo a concepciones ideológicas en los bandos a surgir para la obstrucción de esa Unidad Nacional?  Ese es un enigma a considerar, porque es una eventualidad gravísima de traición, pero la pueden refugiar en el alegato de la supuesta generosidad del internacionalismo de los nostálgicos que aún quedan con su nuevo cuño de ser Socialistas del Siglo 21, a imagen y semejanza de otros ya establecidos, o por establecerse.

En lo anterior está implicada la vertiente quizás más importante del conflicto, precisamente porque hay ya tres Naciones de la Región bajo el esquema de ese patrón que, con sus variables, andan juntas y tienen hadas madrinas nucleares y por eso se puede llegar a confrontaciones de envergadura inimaginables.

No entenderlo, ni admitirlo como un peligro mayor, es una desdichada ingenuidad, o quizás una manera encubierta de desentenderse del llamado único de estar con ella o contra ella, la Patria.

Nuestros campesinos de antes en su innata sabiduría decían: “La carga se arregla en el camino”, sin embargo, esta vez no lo creo, porque los mulos que arrean el cinismo de los poderosos están expuestos a envolverse en peleas entre ellos mismos y entonces se trataría de otro tipo de carga muy pesarosa.  En suma, la mesa está servida para sus nuevos platos de fuego.

Lo desconcertante es que en medio de riesgos de esa envergadura, a la sociedad nuestra se le quiere mantener bajo el encanto de un sainete, como lo es la disputa electoral por el poder, madrastra odiosa de los desencuentros nacionales más lamentables.  Esto es bueno definirlo para que se entienda mejor la afirmación del título de esta entrega. 

Es fácil comprobarlo para quienes hemos vivido otros tiempos y comparamos esto de hoy con lo de ayer.  Observen que no temo ejercer de abuelo recalcitrante, atrasado.  Todo lo que los “progres y avanzados” me quieran imponer como desdén, yo lo recibiré como precio de mis modestas y profundas advertencias.

Si querían pruebas netas de los peligros, ya las tienen aquellos remolones del patriotismo como tarea.  Un legado que mantendremos como la causa del honor QUE PREDICARA NUESTRO DUARTE IMPOLUTO.

Las evidencias de sus apremios cruciales, al fin, son innegables; no hay pretexto posible para excusar la incomparecencia sin que aparezca la lapidaria condición de traidor, no importa el nivel social, político, económico, ricos y pobres, ancianos y jóvenes y hombre y mujer.  Todos, sin excepción, tienen el deber supremo de servirla porque ella es la madre de todos los hijos de nuestra amada tierra y aquellos que la desconozcan y deserten de obligaciones de lealtad a su independencia, son los peores enemigos de su suerte.

Desde luego, es necesario reconocer que esa tardanza para unificar la comprensión pública, se debió a que se nos situara ante la consideración del mundo como “responsables posibles” del percance que afecta a tantos; se utilizó para ello la enorme tragedia del pueblo haitiano como el signo mayor de que lo que está a punto de estallar como guerra civil era irremisible que ocurriera, sin importar que nuestra paz se barriera, como un reflejo de lo que ocurriría allá por obra de décadas de maldades de los poderosos contra ese desventurado pueblo.

Hoy las potencias que tienen intereses múltiples y contrapuestos están enredadas en el laberinto y se hace posible una escalada de los conflictos, precisamente porque está de por medio determinar la cuestión de quién, finalmente, prevalecerá en la lucha de poder.  Comenzaron, en efecto, con el vaciamiento de todas las instituciones colapsadas y erigieron al vacío de poder como un eje del conflicto, que ya es una realidad incontestable y que obligará a todos los poderosos, cinco en total, que manejan la Geopolítica actualmente, a quitarse las máscaras de sus alevosos propósitos.

Esto se vio claramente en la última reunión del Consejo de Seguridad a puerta cerrada; no sólo por las vaguedades que han trascendido de falta rotunda de un consenso, sino también porque todos están perplejos ante los giros de la situación, que podría arrastrarlos a confrontaciones más delicadas entre ellos mismos.

La tormenta está en curso y han aparecido noticias de todos los talantes como ésta:  “Haití paga quinientos millones de dólares a Venezuela”.  Se desconoce si fue por cobro compulsivo o espontáneo el pago de parte de un Haití que, como deudor no tiene esos recursos en los momentos actuales; precisamente, cuando se firma en su nombre un pacto de entrega de su soberanía total con Kenia y ya ésta había advertido de los “recursos indispensables” que habría que buscar, doscientos cincuenta millones de dólares, para poder enviar sus mil policías primero y luego sus otros miles de soldados que se habían solicitado por un supuesto Primer Ministro de Haití.

Observen que se prefirió “pagar al gobierno de Venezuela”, en lugar de pagar a los restauradores de su seguridad y su pacificación.  Resulta muy extraña esa dimensión de los hechos. Pero, para empeorar su comprensión, el hombre que firmará el Pacto, al momento que esto se escribe, está en paradero desconocido.  Se podría pensar que éste, que estuvo en México, un lugar más apropiado para el regreso al Caribe, que no a Haití, porque no puede, y que le ofrecería la ventaja de una mayor comprensión de su tragedia personal de poder, porque participó recientemente en esfuerzos relacionados con la migración por la frontera Sur de Estados Unidos.  Es natural entender que allí puso al corriente a los demás presidentes de esa reunión en Puebla: López Obrador de México; Petro, de Colombia; Castro, de Honduras; Díaz-Canel de Cuba, y Maduro, de Venezuela

A todo ello se vino a sumar la ocurrencia de que pretendió alojarse en circunstancias tan difíciles entre nosotros y, por fortuna, el Presidente de la República consideró que no sería bienvenido, por lo que se rechazaba su interés de aterrizar en nuestro suelo.  Claro está, como ha venido ocurriendo, su iniciativa fue tratada y convenida con funcionarios de otros niveles.  Cosas como ésta son las que explican mejor lo que anteriormente expongo sobre la hora de depuración de las lealtades.

Pero, recuerden lo que dijera al principio:  mis ideas se amotinaron y muchas de ellas me exigieron hablar de otros aspectos y a eso me dedico en lo siguiente:  Allanar dificultades siempre ha sido un propósito respetable; se le tiene como virtud porque revela siempre una índole amigable, conciliadora, deseable en medio de tantas ardientes ruindades.  Sin embargo, hay temas y ámbitos donde es inútil y arriesgado intentarlo cuando se trata de nuestra preservación como Patria.

Se sabe de la perniciosa diplomacia, como instrumento de “solución de conflictos”, cada quien hablando primores y pensando horrores.  La ciudadela de la mentira que tiene una puerta falsa de acuerdos y pactos para “finiquitar los conflictos”.  Es un campo donde los Estados Naciones como el nuestro no pueden desgastarse en encuentros grávidos de asechanzas y malas intenciones.

Al contrario, lo que corresponde es hacerse sólido y fuerte hacia dentro, a fin de que se entienda nuestra determinación de no cejar nunca en nuestra defensa integral; señalar lo intocable que resultan nuestros valores esenciales: Soberanía, Integridad Territorial, Identidad y Nacionalidad;   Levantar un coraje neto para que nadie imagine siquiera que esos valores pueden ser derogados, ultrajados, disminuidos o vendidos y que estamos prestos a asumir todos los sacrificios con tal de preservarlos en el marco de nuestra gloriosa historia.

Claro está, con todo cuanto afirmo no quiero decir que seríamos hoscos y hostiles frente a deberes de solidaridad con esfuerzos mundiales destinados a rescatar verdadera y sinceramente la vecina Nación, hundida en un caos indescriptible.  Pero, cuidando rigurosamente las distancias de las cosas que amenacen con desorganizarnos para tomarnos por asalto y destruirnos, so pretexto de que es indispensable para poder salvar de aquella desgracia a un pueblo digno de mejor suerte.

Se dice con descaro que se ayuda al Haití demolido por los tiempos de interminable pobreza y desorden.  Y pienso que si las naciones de África impedirían el establecimiento de un Fideicomiso verdadero, por lo mucho que revive los malos recuerdos del Colonialismo, ésta es una oportunidad inigualable para que todo un Continente, tan importante como lo es África hoy provea el cumplimiento del Informe de la Organización de Naciones Unidas que fuera evacuado en Julio de 1949, del cual transcribo un párrafo clave:

“Consciente del hecho de que Haití estará, durante muchos años aún, apresada por una población sin cesar creciente, la misión recomienda que se examine, con el mayor cuidado, la posibilidad de alentar la emigración como un medio de remediar el grave problema de la superpoblación”.

Apuntaba, asimismo, el Informe en forma específica, que “en las Antillas existían países de débil densidad poblacional, cuyos habitantes eran del mismo tronco que los de Haití, donde la emigración haitiana debería ser preferencia y tomar la forma de desplazamiento de grupos familiares enteros con carácter permanente hacia otras zonas del Caribe menos pobladas.”

Ese Informe de ONU del año 1949, que “declaraba a Haití inviable”, debería de servir, pues, para una de estas dos cosas: que África, con sus mayorías en ONU, proponga, o no se oponga, al establecimiento de un Fideicomiso cabal al cual concurrieren preferiblemente las cinco poderosas Naciones que sirven de contexto de ese conflicto, o que, por el contrario, decidan que no se pudo cumplir ese Informe de ONU en el Caribe por la resistencia británica y las implicaciones del Commonwell, sumadas a las esencias diferentes de los pueblos, pero que en África hay dónde alojar la población suficiente para que no sea durante más tiempo su exceso una causa invisible del genocidio de ese pueblo, que en todo caso lo que estaría haciendo es regresar en parte a su tierra.

Ah, pero eso no.  Es preferible declarar a la República Dominicana el Apartheid del Caribe; crucificarla en la consideración del mundo.  Quizás la sabiduría inmemorial de China, que está haciendo prodigiosas inversiones en África, podría influir, casi como una fuerza del milagro, para que no se sacrifique una Nación pequeña como la nuestra con tantos méritos históricos y sea acogida la población desesperada en aquella parte del territorio de aquel continente inmenso donde se produjere el generoso asentamiento,  casi como una fuerza del cielo.

Pero, debo cerrar estas reflexiones e inquietudes para que no se me asuma como que sueño y paso a mis preguntas:  ¿Es esta hora tan crucial como la describo?  ¿Miento o exagero al hablar de esas posibilidades, casi utópicas, de una solución asombrosa que amnistiaría a los imperios de todos sus crímenes en los tiempos coloniales y en su trato posterior con ese pobre pueblo que, al libertarse, no llegó a hacerse República, sino imperio? 

Es un tremedal cuanto ocurre y fueron raros los tiempos, pero han dejado de serlo. Dios es el testigo supremo.

Post Data:  Sólo he tocado levemente el gravísimo conflicto, silenciando, casi adrede, el papel del Estado invisible que es el Narcotráfico del mundo, que tiene en aquel territorio uno de sus depósitos mayores para el tránsito de su azote hacia los mercados de Naciones poderosas.  Se puede estar en presencia de una expansión a puerto libre, procurada por el crimen.  Pero ya esa es otra historia.