No me asombra todo lo que estamos viendo que ocurre en el laberinto de la agonía haitiana; desde luego, sin poder alejarme del pesar, pienso que es una muestra más de su atipicidad histórica en todos los procesos padecidos desde el nacimiento de su Independencia, la primera de América, que tanto le ha sabido servir como una rara alcurnia que desaparece.

Los hechos del presente son escabrosos y ya tienen rango de ser pioneros, pues, vendrán legiones de policías y no se sabe cuántos soldados, desde África, “a pacificarle y servir la base de un nuevo intento de asumir un régimen democrático surgido de la voluntad popular.”

Lo que ha precedido a esa esperanza no hay manera de describirlo como desorden, y ahora menos, con un nuevo contexto geopolítico, que le atribuye la importancia de ser “preocupación de muchas Naciones del mundo.”  

Están forcejeando, ciertamente, dos grupos por asegurar hegemonía:  el clásico, bien conocido, de Francia, Estados Unidos y Canadá, y el pujante y eventual Nuevo Orden Mundial, encabezado por Rusia y China; ésto, porque la globalización de los conflictos está condicionada y obedeciendo a los mandatos severos de la Geografía; se trata de una isla importante del mundo, situada en el centro del Caribe, y está, como siempre, en el tablero de los intereses y conveniencias de los tiempos.

Por aquí pasó todo hace siglos y ahora está pasando, desde hace años, la muerte de juventudes en la incurable adicción de un Occidente decadente.

Ahí andamos y dormimos nosotros, pero no somos invitados y testigos presenciales, sino parte de las grandes desgracias trabadas y por trabarse, que la sociedad planetaria observa, aunque de seguro muy mal, al través de las distorsiones de su organismo máximo de representación, la tristemente célebre ONU.

Lo más aconsejable resulta asumir ese conflicto con paciencia bien severa y tomar nota de cada una de las ocurrencias dentro del misterio perpetuo que les rodea.  En esta oportunidad se podría decir “en lo que llega Kenia y su cohorte de pequeños Estados Voluntarios”, que tan presurosos se han prestado para serlo.

Por ejemplo, Barbecue es un temible pandillero que acaba de reivindicar los asesinatos en emboscada de tres policías pertenecientes al “Cuerpo de Anti-Pandillas”; ésto, por lo ocurrido con el linchamiento de uno de sus hombres, por turbas, luego de haberlo entregado la autoridad dominicana a los que dicen ser la autoridad haitiana.

Pensé de inmediato: ¿Qué entenderá Kenia?  ¿que su expedición es “tan arriesgada y peligrosa”, como dijera su presidente?  ¿Que ”no son mil policías, sino cinco mil soldados” los necesarios para enfrentar su reto?  ¿que necesitan diez veces más recursos que los prometidos? ¿Por qué se aplaza de semana en semana la misteriosa expedición? Pregunto yo.

Todo ello, mientras trasciende levemente que ese mismo Barbecue sostiene conversaciones con los jefes de Kenia; que no deja de hacerlo tampoco con oscuros Comisionados extranjeros, explorando la posibilidad de que se establezca el perdón general por amnistía, como condición previa y sine qua non para entregar las armas. Algo más, ésto sucede cuando los linchamientos de los miembros de sus fuerzas se llevan a cabo, arrancándolos de las manos a la autoridad policial aparente con que cuenta ese Estado colapsado.

Barbecue sabe que las masas no saben amnistiar para “reorganizar el orden democrático perdido”; y menos frente a tantos padecimientos de muertes, secuestros, violaciones e incendios de sus viviendas.  Siguen así deslizándose los misterios.

Naturalmente, ya contaron con el CARICOM para montar la pantalla de un deslumbrante y nuevo gobierno temporal, cuyo Primer Ministro acaba de afirmar “que combatirá duramente el Terrorismo”;  se supone que necesariamente tendrá que contar con el apoyo africano; y éste lo dice en plena convalecencia de un breve, pero abrupto quebranto, que sus compañeros han descrito como “ataque asmático crónico”, pero que una extensa apreciación lo asocia con alguna ingesta venenosa, conforme a la más sólida y establecida tradición. 

Algo que ocurriera con un importante Coronel que tuvieran cuando existía su ejército, Jean-Claude Paul, antes de que el expresidente Clinton, y luego el Comisionado Interventor lo disolviera, precisamente utilizando el argumento de que aquel Coronel llegara a jactarse de pagar los sueldos de sus pocos millares de soldados, cuando en realidad era el Narco pesado del mundo el que se hacía cargo de Haití, incluyendo su empresariado, plagado de testaferros.

Pero a ésto que comento, agreguémosle los asesinatos horribles de la joven pareja de esposos misioneros al cuidado de un orfanato, hijos que fueran de un legislador estatal Republicano; el espanto apareció 24 horas después del Banquete de Estado ofrecido por la Casa Blanca al presidente keniano William Ruto.  El mega crimen fue un mensaje poderoso y quién sabe si estaba destinado para aumentar la justificación de pedir mayores recursos y hablar de altos riesgos de la estrafalaria “Legión Extranjera” organizada como “Estados Voluntarios”.

Ahora mismo su Corte Suprema está apoderada de una nueva instancia de oposición a que fuerzas de ningún tipo de Kenia vengan a una aventura “tan arriesgada y peligrosa”, como no se cansa de decir su presidente.    Otro misterio por descifrar: no cuándo vienen, sino a qué vienen.

Pero si se siguen levantando los velos de misterios, está la experiencia de Guy Philippe.  A nadie se le ocurriría, en su sano juicio, que se pueda excarcelar, sin rubor, a un convicto condenado por alto lavado de activos de la droga y vínculos con los Carteles, y pueda ser liberado a media condena y ser traído en la forma señorial en que se le trajera, para que, tan sólo semanas después, llegara a retratarse con su bandera nacional en el pecho, alegando que a él correspondía la presidencia, al tiempo que entraba en altos tratos al efecto.

Pero, el Magnicidio en el aposento del Presidente ejecutado no se puede quedar atrás en los misterios; tres condenados a cadena perpetua en Florida y siguen señalándose nuevos autores posibles.  Colombia fue llevada al conocimiento público de que oficiales retirados de sus ejércitos, constituidos en Comando, fueros los ejecutores físicos, aunque bajo engaño de sus contratantes, que habían hablado de una renuncia y una posible toma de poder no sangrienta.    A última hora se cambió la orden y se masacró al Presidente.

Pero vuelve Colombia, y en labios de su Presidente la revelación de que armamentos de gran calibre, de todo tipo, fueron sustraídos de los arsenales militares colombianos;  que, previsiblemente, fue una parte a parar a Haití, “ya que entre La Guajira y éste sólo median 7 horas de navegación en buena mar y en lancha rápida.”

Todo ésto es sólo una mención casi al desgaire de lo que es el baile siniestro de los misterios de la agonía haitiana como umbral posible de la nuestra, si es que permanecemos inertes ante tantos acontecimientos, sin Unidad Nacional, más bien interferidos por la ominosa opulencia de quienes nos vendieron gravemente, que pretenden permanecer impunes e insolentes sin ceder en su arrogancia, sin temerle a las lecciones del desprecio electoral que el pueblo expresara recientemente.

Debo reclamar, sin perder la modestia, algún mérito.  Lo advertí desde siempre y hasta llegué a elaborar como tesis los dos diseños, el de Clinton primero y luego el de Obama, que en gran medida ha estado en curso.

Recuerden la propuesta de los Campamentos de 19,000 habitantes cada uno, bajo el falso estatus de “Refugiados”, hecha por Clinton y rechazada con tanto coraje por Balaguer, incluso pagando el alto precio de ser desconsiderado gravemente hasta con el estupro constitucional del año 1994 y el recorte de 2 años, sólo para la presidencia.  Una manera de confesar la falacia del fraude colosal.

Enronquecí al leer la Autobiografía de aquel brillante expresidente norteamericano, donde 11 de sus mil páginas contienen su fascinación por Haití; incluyendo su confesión de que había desoído a gente de importancia enorme como Carter, Powell y Noon, sus Comisionados, cuando aconsejaron que no se repusiera Aristide y menos con una fuerza militar tan poderosa, como si fuera, guardando la distancia, una repetición de Normandía en el Caribe, como en efecto se terminara por hacer.  Ya hemos visto los nefastos resultados.

Se sabe, hasta el hartazgo, todo el desastre que vino luego, hasta hoy.  Las Pandillas Criminales que han servido para modificar el diseño de los Campamentos por el terror de las poblaciones para su derrame en horda sobre nuestro territorio, sirvieron, además, para acabar totalmente con lo poco que quedaba como respeto a la fallida Fuerza de Paz de ONU, que vinieron  “a asegurar la paz y la seguridad” y, 13 años después, se fueron cualquier día afirmando que “en Haití no había nada qué hacer”; “que no tenía gente para tratar ni siquiera las ayudas intencionales al drama de su pobreza”.  Las Pandillas llenaron el vacío dejado, pero ya como instrumento real para otros daños estratégicos por cometer, contra nosotros claramente. 

Nunca, ni ONU, como las Potencias de la Geopolítica clásicas, consideraron el estado invisible del Narco mundial, ni procuraron suprimir sus operaciones allí.  Al contrario, se vio claramente el interés de que así fuera y todo se corrompió irremisiblemente.    Ahora están detrás de un puerto libre mayor, la Isla toda.

Está llegando, no hay dudas, el momento de los desenlaces: Cuba, en su erial de libertades, recibiendo flota con unidades nucleares y nuevos recursos de una Rusia totalmente diferente, que resulta relativo, pues en todos los tiempos de su existencia, fuere cual fuere el régimen de su gobierno, Rusia ha sido siempre central en los conflictos mundiales.

Ahora sus tropas compartiendo entrenamiento y destreza con las de  Nicaragua; Venezuela y Guyana, idas de las greñas y posicionándose en el Esequibo fuerzas para nuevas tormentas.  China, de su parte, vigilante y activa en sus mega estructuras de Perú en Suramérica, como prueba de su ruta, construyendo mega puertos y animando el sueño de la gran pista Trans-Andina e Interoceánica.  Como se ve, ya ésto no es un patrio trasero del Norte; puede ser otra cosa cuando menos se espere.

Tal es el panorama del siniestro contexto del baile de misterios de la agonía haitiana de que trato, que tanto empuja los peligros nuestros. 

El hecho que queda claro es, pues, que esos peligros son, más que ciertos, inminentes, y no hay misterios por descubrir. Tenemos dos frentes abiertos: el externo, ya expuesto en repetición interminable, y el interno, que es la alta traición como medio de vida y fuente eventual de más poder para permanecer, regresar y gozar de sus alienantes pasiones de promover a muchos inservibles maliciosos, que probaran en sus horas de disfrute del mismo que la Patria no está en sus agendas.

Mi hermano mayor, Américo, era un abogado magnífico y, sobre todo, un conocedor extraordinario de la vida nacional y me decía, allá por la década de los ´50, al contarme lo que era el tipo de opresión que padecíamos desde el principio, lo siguiente:   

Que una mañanita se le apareció el Fiscal de Duarte, en el año ´37, y lo fue a levantar porque iba Trujillo “a reunirse con funcionarios y amigos en el local de Tribunal.”  No había Corte de Apelación, entonces. El hecho es que “se congregaron distintos sectores y amigos, cuando llegó con su despliegue de cuido militar, vestido de gris, como civil, sin uniforme militar ni condecoraciones, y con unos lentes oscuros que no se quitó en ningún momento.”

Me decía Américo: “¿Sabes a qué vino?”, estábamos en San Francisco,  “a reunirse con sus amigos, porque habían sucedido incidentes graves entre la población civil en la frontera de Dajabón, según sus palabras y dijo:  “Hubo bajas, no tenemos el número, ni estadísticas al respecto, pero quiero transmitírselo a mis amigos, para que sepan de los sucesos.”  Continuó mi inolvidable hermano:  “Imagínate si sabríamos nosotros cómo la guardia había arrasado en La Amarga, así como en Cotuí, donde Luis Weber y yo logramos salvar a un joven que teníamos escondido debajo del piso de la casa de Luis,  diciéndole a un Sargento borracho que lo llevaba para la Sabana del Melaíto, que se lo entregara, porque era un portamira de una mensura que estábamos haciendo, lo cual era cierto, pero hacía mucho tiempo.”

Américo relató el tono en que habló Trujillo y su rostro indicaban que era una especie de mensaje de dureza y advertencia y que, en el fondo, la participación militar era una manera de comprometer al Ejército para siempre.

“Se fue el hombre de inmediato y prosiguió con su recorrido por el Cibao”, según Américo, “y nosotros nos mirábamos nada más en ayunas, como estábamos, pero el lío como escándalo era mundial: la Matanza. Es más, entendimos y comentábamos que le costaría el poder, porque el Presidente Roosevelt está muy encabritado y molesto.”

“ Y te voy a decir, Vincho, finalmente,  lo que ese bárbaro hizo se va a quedar chiquito con las vagabunderías que muchos traidores le van a hacer al país algún día.  El “Corte”, como ya se le llamaba a esa tragedia, será menor que lo que se tendrá que hacer con la traición; esos son más culpables que aquellos mismos.  Imagínate, cuando asumieron su Independencia lo que hicieron fue establecer emperadores fantoches, sin ningún ideal democrático.  Pero, son muy pobres.”

Se echo a reír, porque era una ocurrencia a manera chiste tétrico lo que hacía.

Ha pasado el tiempo, ¡caramba! y lo de la traición ha abierto el pecho y se ha convertido en uno de los aspectos peores del conflicto.  Lo que allá es horrible; su pobreza y escasez de recursos naturales, son patéticos reclamos a la piedad mundial que se le ha negado, prefiriendo la demolición nuestra antes que el generoso y civilatorio Fideicomiso que pudieran hacer todas las Potencias.

Me he excedido, como siempre, en el espacio y limito mis preguntas a una que creo honesta y pertinente: ¿Cavilo y presiento sobre cosas delicadas nuestras, o estoy fantaseando y desnaturalizando cuanto tenemos de frente?  Dios, Nuestro Señor, está a cargo, como siempre, de nuestra suerte. 

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